(IV)

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No había pasado mucho tiempo, pero Felix ya no esperaba volver, la verdad es que siempre había querido huir de su manada. 

― Levántate y ponte esto, volveré por ti.

― ¿Qué haremos?

― Vas a correr, cachorrito.

― Uh, corrección, vamos a correr, o es que ya no recuerdas nuestro trato, chico, sé que también lo sentiste, así que, mañana veremos.

― Espero con ansias, cachorrito.

― No soy un cachorrito, pero lo dejaré pasar, se oye sexy cuando lo dices ―sonrió y tomó la ropa―. Ya vete, necesito privacidad.

― No juegues.

― Me gusta jugar, que pena.

― Cachorro ―salió de la cueva y volvió a internarse en el bosque.

Un rato después, Felix estaba sentado esperando a Chan.

― ¿Por qué no te vas? Puedes hacerlo. 

― Porque ya dije lo que quiero, solo quiero probar cuanto tiempo resistirás.

― Entonces, una vez tengas lo que quieras, intentarás huir.

― Tal vez sí, tal vez no, tal vez me guste verte al limite, tal vez me quede solo por eso.

― ¿Y qué te hace pensar que lo lograrás?

― ¿Cómo? Es obvio que lo lograré, una prueba de eso es esta conversación ―Chan no entendía, pero Felix tenía una sonrisa tan hermosa, lo hacía creer que no había necesidad de entender nada, que solo debía dejarse llevar―. Bien ¿Ya nos vamos?

― Sí ―le ató una cuerda a la cintura.

― ¿De verdad? ¿Una cuerda?

― ¿Tienes algún problema?

― Muchos, en primer lugar, no creo que esta cuerda te funcione, en segundo lugar, el color no me queda, y en tercer lugar, debería ir en otro lugar, pero ya que, vamos.

Felix corría con todas sus fuerzas, y tal y como dijo, la cuerda no funcionó, arrastró a Chan cuando este no se dió cuenta.

― Hace calor, ¿no te gustaría refrescarte un poco? ―Felix tiró a Chan al agua y este lo arrastró con él―. E-Eres fuerte ―dijo, una vez hubo sacado la cabeza del agua.

― Está helada.

― ¿De verdad? ―ahora el pequeño lago estaba oscuro, la luz que iluminaba el agua era de Felix―. Oh, sí, está helada, ven aquí ―lo abrazó y la luz volvió―. Si te resfrías no podré hacerte nada.

― ¿Qué intentas?

― Muchas cosas ―Chan estaba cayendo sin saberlo, pero solo le gustaba físicamente, y le intrigaba, más que nada―. Ya verás ―y Felix solo quería divertirse.

― Ya vamos, se hace tarde.

― ¿Te preocupas por mí?

― Si te encuentran se acabó.

― Cierto ―salieron de agua, totalmente empapados―. Cambia, será más rápido. 

Felix no pasó la noche solo esa vez, Chan se quedó, algo le decía que era mejor quedarse ahí.

― Hey, Felix, tranquilo.

― ¿Qué pasó?

― ¿Qué estabas soñando?

― No, nada importante ―en realidad, estaba soñando con la vez en que se enfrentó a Chan―. Ya vete, no me pasará nada. 

― Si voy ahora, Bin me mata, no puedo despertar a los niños.

― ¿Niños? ¿Tienes hijos y no me dijiste? ―Felix puso una mano en su boca con fingida sorpresa. 

― ¿Qué? No, claro que no, son como mis hermanos, por así decirlo, y Bin, pues es Bin, nos cuida a todos, es por así decirlo, la mamá del grupo.

― Oh, ¿cómo se conocieron?

― Changbin jugaba conmigo cuando éramos niños, Hyunjin y Han se le pegaron, no tienen manada.

― ¿Han? 

― Han Jisung. 

― ¿Han Jisung?, ¿tiene la piel morena? ―Chan asintió―. ¿Mejillas abultadas? ―volvió a asentir―. ¿Parece una ardilla? ―y asintió otra vez―. Oh, mierda, es Han, Han, Han Jisung.

― Eso dije. 

― Era muy pequeño cuando lo conocí, me dijo que su mamá se había ido y que le dijo que se quedara escondido, ella murió, lo sé, una madre como la de Jisung, jamás dejaría solo a su cachorro.

― Supongo, bueno, Jisung no recuerda nada de antes de los siete.

― Ouh, pero, ¿cómo llegó a ustedes? Un día no volvió a mi casa y pensé que no era nada, que tal vez se entretuvo jugando en otro lado.

― No lo sé, un día Changbin llegó con Jisung, estaba herido e inconsciente, no sé que le pasó, Bin tampoco sabía, solo lo encontró tirado cerca de aquí.

― Oh, debió de ser terrible, bueno, descansa, tienes que estar bien para mañana.

― ¿Qué haremos?

― Ya verás, por el momento descansa, o te morderé ―Chan sonrió.

― Anda, hazlo, se siente bien ―Felix se encogió de hombros y lo mordió, soltando un poco de su esencia de ángel―. Mierda, era broma ―Chan estaba apoyado sobre sus codos, temblando un poco, con la cabeza tira hacia atrás.

― Ouh, creo que se me fue la mano, lo siento.

― No, ya parará ―se levantó, había dejado de temblar, pero su corazón seguía latiendo demasiado rápido.

― ¿Qué haces? No pensarás salir en ese estado, quédate donde estás, cualquiera podrá olerte a millas ¿Por qué crees que no salía de casa? Eso te hará muy apetecible, por así decirlo, lo siento, son los términos que mi padre usaba conmigo, en fin, no quiero que seas un trozo de carne servido en bandeja de plata para cualquier lobo que se te cruce, te quiero en una sola pieza, y no quiero saber que te dejen solo con tu lazo del alma dañado en algún lado, en algún momento ya no sabrás quien eres.

― Lo haces sonar horrible.

― Lo es, bueno, yo sé controlarlo, pero al principio, casi muero por escapar de casa, fue lo peor del mundo, te juro que aunque te odie, no quiero que eso te pase.

― ¿Qué pasó?

― Unos lobos me siguieron, tuve que correr muy rápido, uno me alcanzó y lo mordí, en fin, luego él fue la víctima, yo pude escapar y volví a casa, nunca más me escapé, no hasta que ya lo controlé bien, y aún así, Minho hyung me acompañaba a todos lados ―Chan solo lo miró, asombrado, por lo del lobo.

― ¿Cómo un lobo se volvió la víctima?

― Lo maté a mordidas, los demás huyeron, eran jóvenes, solo pensaron que podían divertirse un rato con un doncel.

― Das miedo, a veces, pero das miedo. 

El cazador | MOON TALES 1 | chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora