Capítulo 29. Trastornos.

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Vuelta a casa.

Cogimos el avión, me dormí en el hombro de Allen, quien había tenido mucha resaca y yo me había burlado de él.

Llegué a mi casa, Allen estaba conmigo, al día siguiente volvía al trabajo, estaba muy feliz, el plan había funcionado y encima ahora estaba con Allen, otra vez.

Suspiré, estaba cansada, encima la semana que viene había una fiesta que había organizado Allen en su casa, en una semana exacta, yo accedí a ir para vigilarle y que no se pasará con la bebida.

Estaba tumbada junto a Allen y Dana, en una hora y media empezaba mi turno, así que me levanté, me di una ducha rápida y me puse mi bata, de manga corta, claro, a demás que este era de mis últimos turnos, ya que tendría vacaciones de verano y las sesiones serían en línea.

Cogí el coche y me dirigí hacía el hospital, claramente, cuando arranqué el coche escuché a Taylor Swift.

Estaba sentada en mi silla, esperando a Ava, mi nueva paciente, solo sabía que le había pasado algo y había estado en el hospital, pero no me dijeron nada más.

La vi entrar y se sentó, sin brillo en su mirada, la cual estaba perdida.

— Hola Ava, soy Beth, tu nueva psicóloga.

No dijo nada, se quedó callada, suspiré y miré mi cuaderno, buscando algo sobre ella, pero nada.

— ¿Por qué no me cuentas algo sobre ti? — seguía callada —. Bien, a mí me encantan los animales, ¿sabes? — sonreí, pero no sirvió de nada.

Acabó la sesión y me fui a casa, necesitaba hablar con Allen, esta había sido la puta peor sesión que había tenido nunca, no logré que me dijera nada, simplemente pasó el tiempo y cuando acabó, se fue.

Llegue a casa, Allen estaba cocinando tortitas, cogí su ordenador y lo puse encima de la encimera.

— Necesito tu ayuda, urgentemente — exigí.

Alzó una ceja, mirándome con curiosidad, dándole la vuelta a la tortita que estaba cocinando.

— Vaya princesita, ¿qué necesitas?

— Tengo una paciente, Ava, tú eres doctor, tienes datos del hospital a los que nadie puede acceder, y los necesito, mi paciente no habla, solo sé que le pasó algo y estuvo en el hospital y ya — expliqué con claridad, sin dejarme ningún detalle.

— Eso es mucho pedir, lo siento, son datos privados, no puedo decirte nada sobre ellos, ni siquiera mencionarlos, me juego mi puesto, es decir, que me despidan — declaró él.

Suspiré y me llevé las manos a la cara, él me vio, después de unos minutos, suspiró y encendió el ordenador.

— Está bien, pero corro un gran riesgo.

Asentí, entendiendo las consecuencias de lo que podría suponer saber el pasado de Ava, pero necesitaba ayudarla, lo antes posible, y dejar de hacer las sesiones silenciosas e incómodas, no quería más eso.

— Pero antes de nada, Jax me contó lo de tu hermano, ¿por qué no me dijiste nada?

— ¿Podemos no tocar el tema? Si no lo mencioné fue por algo...

Alejó el portátil y me clavó la mirada, yo estaba cruzada de brazos, tratando de ignorar la nostalgia y el cúmulo de sentimientos que esta situación me provocaba.

— No sé lo que somos ahora, Beth, pero me gustaría que tuvieras la confianza de poder hablar conmigo cuando no te sientas bien.

— No me apetece hablar, Allen.

— Ya joder, ya sé que no, pero prefiero obligarte a que te lo guardes todo.

Me senté en una silla, pasando del comentario de Allen, viendo como estaba a punto de cerrar el portátil.

— Puede que no te importe tu vida, pero a mí sí, me importa, y mucho.

— Está bien, si no estoy bien te avisaré.

— Gracias.

Desvié la mirada y me quede mirando el portátil y a Allen tecleando sin saber ni que hacía, pero prefería no preguntar y estar en silencio.

— Ya tengo los datos, Beth.

Me levanté y fui hacia él, mirando el ordenador y luego a él, leyendo toda aquella información.

— Qué chungo... toda su familia murió quemada y ella fue la única que sobrevivió, con graves quemaduras en el abdomen.

Cerró el portátil al ver que ya lo había pillado todo.

— Muchas gracias — le di un abrazo y él asintió, besándome la frente.

— Por ti lo que sea, princesa.

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