Capítulo 11. Los Bolos del Amor

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Todo se cura cuando estoy a tu lado.


Había arreglado las cosas con Allen, algo que en su momento parecía imposible. Mañana habíamos quedado y yo estaba nerviosa y ansiosa, era algo que no podía evitar cuando le mencionaban.

Tenía esperanza de que todo esto entre Allen y yo acabará bien.

Digo tenía porque no sabía lo que el futuro nos depararía.

Lo nuestro no era un amor adolescente de las películas en el que supuestamente no durarán mucho. Crecerán y se desamorarán, cómo en El diario de Noah la madre de Allie le dio argumentos sobre que es solo un amor adolescente y ya, cuando crezcan supuestamente lo olvidará. Pero yo no creo en eso, yo no creo que el amor sea pasajero y los sentimientos menos, ¿por algo existen no?

Si algo sabía bien, es que quería pasar toda mi vida con Allen. Me imaginaba teniendo una familia con él, a nosotros adoptando a cuarenta perritos y gatitos. Aunque si lo pensaba bien, no sabía si él en algún momento me pediría ser su novia, es un doctor guapo, alto, carismático, sarcástico y guapo. Deberá tener muchos pretendientes a quien quiero engañar, ¿por qué se fijaría en la psicóloga de su hermano fallecido?

Estaba harta de sentirme así.

De sentir que siempre sería la última opción de cualquier persona.

Estaban cayendo algunas gotas, lo sentía a través de mi vestido. No tenía mangas y estaba en pleno invierno, por lo que me encargué de ponerme una sudadera. Me puse aquella sudadera de Nueva York, era la más cómoda que tenía y mi favorita. Mientras disfrutaba del tacto de mi sudadera gris, tocaron a la puerta. No esperaba a nadie, pero abrí la puerta.

Era él.

Estaba en mi puerta.
Con los brazos cruzados y una sonrisa de oreja a oreja.

Nada más verlo salté a sus brazos y le di un beso, ese beso indicaba un «Hola, ¿qué tal? Bien, esperando todo el día para verte ¿y tú?»

Puede que nos pasáramos todo el día, pero él era mi lugar feliz, aunque las preguntas comenzaban a acechar mi cabeza, otra vez...

— No le des tantas vueltas cielo... — intentó calmarme Allen.

— ¿Qué? — pregunté confundida sin saber a donde quería llegar.

— Tu cara lo grita, estás preocupada por si todo entre nosotros irá bien, ¿cierto?

Él sonrió como si se tratase de una tontería, pero para mí era más que eso.

— Oye... no te lo tomes así cielo... — me dio un abrazo y muchos besos, uno detrás de otro.

— Oye, Anna me había invitado para ir con Oliver e invitarnos a los dos, ¿qué me dices? — le sonreí.

— ¿Por qué no? Será divertido.

— Sí, sabes que sí, espero que no seas muy bueno en los bolos, cómo lo soy yo — le guiñé un ojo mientras me burlaba de él.

Llegamos a los bolos y le di un gran abrazo a Anna y a Oliver.

— Cuánto tiempo Anna — sonrió ahogándome en un gran abrazo.

— Hola, sí, yo también te echaba de menos — reí mientras me libraba del abrazo de oso de Anna.

— Hola Oliver, ¿qué tal? ¿Listo para que os dé una paliza en los bolos? — reí mientras veía cómo se cruzaba de brazos y me guiñaba un ojo.

— Eso no va a pasar, lo sabes Bethie — sonrió mientras se giraba hacia Anna —. ¿Tú quién crees que va a ganar?

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