Capítulo 22. ¿Me quedo?

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No soy así, solo cuando estoy contigo.


Estaba tomándome un café, me encantaba la playa, no sabía el porqué, pero simplemente ese lugar, tanta paz, tanta tranquilidad, tanta gente luchando contra inseguridades y miedos con sus cuerpos y aun así siendo capaces de afrontarlo, para mí es eso la playa, es mucho más que mar, arena y peces, es mucho más que eso.

Mi cabeza estaba empezando a olvidar a Allen, o al menos algunos pequeños recuerdos con él, había "mejorado" conmigo misma, por así decirlo, no me sentía bien, pero tampoco mal, no sentía emociones, las únicas que era capaz de sentir era la tristeza y el miedo, y bueno, como siempre hay excepciones, raramente sentía paz, sí, paz, conmigo misma, con la vida, pero muy raramente, si no sentía un vacío dentro de mí, entonces quería volver a estar mal, nunca entendí el porqué, yo no quería, pero mi corazón extrañaba sentir esa soledad y esa tristeza, extrañaba estar mal, mentalmente o físicamente, cualquiera de las dos y las voces se callarían.

Últimamente, Jax estaba más alejado, aunque no lo culpaba, estaba haciendo turnos dobles para poder venir de vacaciones, así que decidí dejarlo en paz, mañana nos íbamos de viaje, Jax se quedaría a dormir a mi casa e iríamos juntos al aeropuerto.

Me tiré en el sofá hasta que noté mi móvil vibrar, me estaban llamando, miré el móvil y era Jax, sonreí, me levanté y lo cogí.

— ¿Hola?

— Hola, ya voy de camino — escuché el ruido de la radio y sonreí —. En cinco minutos estoy ahí, ¿puedes ir abriendo? Está empezando a llover y no me quiero... empapar.

Me reí y me puse en pie, yendo hacia la puerta y abriéndola.

— Ya está abierto, repelente de lluvia — me reí y me apoyé sobre el marco de la puerta.

Escuché su dulce risa al otro lado del teléfono, junto con una canción de fondo... mierda, me sonaba mucho... creo que era alguna de Oasis...

— Ya me queda nada, te cuelgo, ¿sí?

Nos dijimos adiós y colgó, me quedé esperando por cinco minutos hasta que por fin vi su coche, lo aparcó enfrente de mi casa y salí a ayudarle, iba con mi pijama de Taylor Swift, y lo mejor era que con él... no me sentía avergonzada, se me fue la sonrisa al recordar que el primero que fue capaz de hacerme sentir así fue Allen.

Me acerqué a Jax, fingiendo una sonrisa y ayudándole a llevar las maletas a mi casa, cuando acabamos él cerró el coche y corrió hacía mi casa, vi como una gota de sudor recorría su frente.

— ¿Agua, repelente de lluvia? — sonreí, cruzándome de hombros, él también sonrió.

— Sí... por favor, ¿vas a seguir llamándome así?

— Hasta el último de mis días.

Los dos estallamos en risas y le ofrecí el vaso con agua fría, vi como no tardó casi nada en bebérsela, le sonreí.

— Gracias por el agua, Bethie.

¿Acababa de llamarme Bethie? ¿Era normal que sintiera que me iba a derretir y desmayar ahí mismo? Yo creo que no.

— Bueno... ¿Ahora qué?

— ¿Ahora qué? — preguntó, extrañado.

Me senté en el sofá, cogiendo el mando de la tele y entendiéndola.

Él se quedó por unos segundos de pie, pero luego se acercó y se sentó a mi lado, mirándome de reojo.

— ¡No me mires así!

— ¡No te miro de ninguna manera!

El Remedio Del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora