Capítulo 27. Traumas.

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Quiero estar tranquila, por favor.


Todo comenzó a estar oscuro, la gente comenzó a desaparecer, miré a mi alrededor, asustada, al ver a George con tres o cuatro niños que le sacarían unos dos años corrí hacia ellos.

— ¡Dejadle en paz! — les grité sin miedo y muy enfadada, ya que estaban molestando a mi hermano.

Todos se rieron, la música seguía sonando, verme a mí de pequeña defendiendo a mi hermano, no era real, era una visión.

Pero no podía huir de ella.

George estaba... muerto.

Comencé a sentir mis ojos húmedos, sabía que no tardaría mucho en explotar.

— ¿Quieres salvar y ayudar a todos, pero quién te ayudaría a ti si estuvieses en esta situación?

La canción seguía sonando, mi yo de pequeña, creyendo que podría hacer algo, le dio una patada a uno de los matones, el matón se rio, me agarró del pelo y me estampó con fuerza contra el suelo

Comencé a llorar, una niña de seis años no sería capaz de que le dieran ese golpe y no se rompiera nada, ni siquiera se pusiese en pie, pero yo me puse en pie, con la nariz sangrando. Un matón me cogió en brazos mientras que los otros dos le daban una paliza a mi hermano, yo gritaba, como él había hecho antes, cuando me habían estampado contra el maldito suelo.

— ¡Soltadle!

Aún recuerdo esa noche.

Ese 16 de julio en el que mi hermano casi muere por tres personas.

Esa noche que le rompieron la nariz y le dejaron en coma, aún la recuerdo y tengo pesadillas con ella, y con esa canción.

The Night We Met.

Otra vez.

El Remedio Del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora