Decisión importante.
Estaba lista, Oliver, Tarah y Jax sentados en la misma mesa, era una sala grande, donde la gente comía, me acerqué a ellos, no estaban muy contentos, me miraron con una ceja alzada, menos Jax, tomé asiento y les miré, suspiré y tragué, aclarando la voz, con miedo de que no saliera bien, pero Jax, debajo de la mesa, me dio la mano para apoyarme, y le sonreí.
— Hola, mi propósito es que hagamos las paces, Oliver, quiero que vuelvas a ser amigo, y si queréis vosotros volver, Tarah, quiero volver a ser tu mejor amiga.
Alcé la mirada, a lo lejos vi a Diane y Anna, Jax se levantó y se acercó a ellas, pude ver que se susurraban cosas, yo continué con lo mío.
— ¿Por qué debería?
— Oliver y yo estábamos borrachos, me besó para olvidarte, y yo a Allen, aunque no funcionó y nos distanciamos.
Oliver y Tarah se miraron entre sí, Tarah comenzó a llorar, Oliver se levantó y le abrazó por el cuello, ya que Tarah estaba sentada, pude ver como se susurraban algo y luego se daban un beso, yo sonreí, al ver que había logrado algo.
— Espero que... seáis felices, chicos — sonreí, poniéndome en pie, dispuesta a alejarme, aunque Tarah se levantó y se acercó a mí, dándome un abrazo —. Te he echado de menos, Tarah.
— Yo también — murmuró y nos dimos un abrazo en el cual parecíamos osos, ya que nos estábamos abrazando muy fuerte y sin separarnos.
Anna y Diane se acercaron a mí, junto a Jax, tenían una venda, los miré extrañada.
— ¿Por qué tenéis una... venda? — pregunté algo insegura, llevaba un vestido blanco de flores azules, algo apretado y que me llegaba un poco antes de las rodillas.
— Tú póntela, hazme caso — me dijo Jax, me tendió su brazo, con la venda, dudé, pero me la puse y sentí un beso en la mejilla.
Me quedé esperando, hasta que sentí los brazos de alguien en mi cadera, me dio un escalofrío, ya que no sabía quién era, unas manos muy grandes para ser las de Jax, luego me besó, y supe que era Allen, el sabor, el tacto y la calidez de sus labios era inconfundible.
— ¿Allen? — murmuré contra su boca.
— El mismo... — pude notar una sonrisa y me quitó delicadamente la venda, con una sonrisa le miré, aunque Jax no estaba en la sala.
Allen me dio un abrazo, yo, sin saber que hacer se lo devolví, Diane y Anna me miraron, contentas de que estuviera feliz y con el hombre del que me enamoré: Allen.
— ¿Qué haces aquí, Allen? — pregunté muy confusa.
— ¿No te alegras de verme?
Me sonrió con algo de pena, si es verdad que Allen siempre era algo vergonzoso conmigo, y más si era sobre cosas más románticas.
— Claro... pero, pensaba que me odiabas...
— No te odiaba Beth, estaba fatal, lo siento... odiaba a todo el mundo, ¿vale?
— ¿Como... que haces aquí? No lo entiendo...
— Jax me invitó, me dijo que quería que tú y yo hiciéramos las paces y que tú fueras feliz, como te merecías.
Nos dimos otro abrazo, quería llorar, Jax era la persona correcta, pero en el momento equivocado, y eso fue lo que me jodió, que no fuera así cuando salimos en nuestra relación privada. Allen se sentó en la misma mesa que Oliver y Tarah, en la cual ahora se unirían también Anna y Diane, vi a Allen y Oliver charlas mientras se tomaban unas copas, los tíos socializaban tan fácilmente.
Busqué a Jax, sin lograrlo, hasta que fui hasta la habitación, desesperada y lo vi sentado, abrazados las rodillas y teniendo un ataque de ansiedad, me acerqué a él corriendo y me senté a su lado.
— ¡Jax! Tranquilo... respira profundo y cierra los ojos... — le expliqué calmada, poniendo una mano en su hombro, mostrándole mi apoyo.
— Espero que estés feliz con Allen...
Esperé un poco hasta que se calmó y ya respiraba bien, le senté en el borde de la cama y le di agua, no me miraba, mantenía su mirada fija en el suelo, como si le diera miedo mirarme.
— ¿Qué te pasa? — susurré, tratando de ayudarle.
— Me gustas mucho, Beth, pero yo a ti no, o al menos no tanto como a ti te gusta Allen.
Se me partió el corazón, estaba muy decepcionada conmigo misma porque mis decisiones afectaban a todo el mundo a mi alrededor, y no podía controlarlo y eso me molestaba, que todos se pensarán que lo controlaba cuando yo era la primera que salía jodida con esas decisiones.
— Jax... lo... siento, yo no controlo mis sentimientos — expliqué llorando mientras me sentaba a su lado.
— Lo sé... por eso me jode, te seguí buscando como un loco después de dejarlo, y no lo logré, intenté de todo, de verdad, todo se queda corto...
Me llevé una mano a la boca y lloré silenciosamente, pensar que iba a perder a quién había sido mi romance adolescente, sabía que Jax me alejaría para no hacernos daño, para superarme, no lo sé...
— Jax...
— No digas nada — interrumpió —. Ve con él y sé feliz, como te mereces, Beth, yo nunca estuve a tu altura.
Suspiré, enfadada conmigo misma por haberle hecho pensar eso, le di un abrazo mientras negaba con la cabeza y lloraba en su hombro.
— Estuviste mucho más a la altura que nadie que pudiera pedir en ese tiempo, Jax, pero no te merezco, te mereces ser feliz y yo no, yo siempre encuentro una manera de arruinarle la felicidad a la gente.
— No pienses eso... ahora Beth, ves con él.
Negué con la cabeza, me puse en pie y cogí su mano, guiándolo, salí de la habitación y bajamos abajo, a la sala.
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El Remedio Del Amor
RomanceBeth es una psicóloga a la que le gusta su trabajo. Un día le toca atender a un chico el cual recientemente ha perdido a su madre y tiempo después conoce a alguien: el hermano mayor de su paciente y comienzan a conocerse.