SIN UN POCO DE PIMIENTA

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Después de aproximadamente 20 minutos llegaron a su destino, un condominio muy lujoso, ella solo apresuro a tomar nuevamente las cosas para ingresar con él, a lo que parecía ser un apartamento y al entrar se encontró que tenía no solo una ubicación y tamaño lujoso, sino que todo en su interior lo era igual, quedando atrapada en los detalles sencillos pero modernos que este tenía. Mientras analizaba la parte superficial de la residencia, Elizabeth se dio un pequeño golpe mental, estaba en una locación privada con su jefe inusualmente coqueto y pervertido, a solas, lo que de inmediato causo cierta timidez y nervios en la chica, acto que noto seguido su jefe y aunque le provoco gracia su actitud se maldijo por no hacer cierto su temor.

Meliodas: Elizabeth te presento uno de mis apartamentos privados, donde nos haremos más íntimos (sonrió ladinamente y la chica brinco levemente ante tal comentario y sonrisa, haciendo reír aún más al hombre)... tranquila Elizabeth... me refiero en lo laboral... veras, hay una sombra no confiable dentro de la empresa, razón por la cual estamos aquí en un día de descanso, lo que nos lleva a tomar medidas drásticas, una de ellas, desplazar a los únicos que tendrán contacto directo con la información, en este caso los dos, la empresa por ahora no es segura, entonces continuaremos la jornada laboral aquí, siéntete cómoda.

Elizabeth: gracias señor Meliodas... entonces me pondré en marcha con el trabajo. Sacando todo el material importante)

Meliodas: ponte cómoda en donde quieras... ¿te parece si hago el estudio de las estadísticas posteriores?

Elizabeth: me parece genial... creo que debería centrarse en la de seis meses atrás, me pude fijar que desde ahí las cifras varían considerablemente.

Meliodas: si también me di cuenta de ello... entonces manos a la obra.

Los dos se ubicaron en la sala, ya que era muy espaciosa uno al frente del otro, estaban sumergidos en sus deberes, de hecho, hacían un gran equipo, mientras uno hacia una cosa el otro se aventuraba con otras acciones e incluso hubo un punto en que se comentaba y aconsejaban varios detalles con tal grado de confianza que quedo en el olvido los rangos de superioridad. Así fueron pasando las horas dentro de la rutina, la joven estaba sumergida en sus dispositivos y análisis mientras el joven continuaba con sus carpetas, aunque para él no se le hacía difícil mirar disimuladamente a su acompañante, llevándole a desconcentrarse varias veces, pues para él, aquella mujer lucia maravillosamente sexy en el trabajo, esas gafas, ese primer botón abierto de su camisa apretada en el escote por su dos maravillosos y voluptuosos senos y esa manía inconsciente que esta tenia de pasar sutilmente su lengua por su labio inferior, haciendo que el joven se diera varios golpes mentales para no delatar su activismo inferior frente a la dama. Fue cuando ella cruzo delicadamente sus piernas, que la falda que portaba delato fugazmente el color de sus bragas, lo que hizo que el hombre sudara pues su urgencia se estaba haciendo cada vez más pronunciada.

Meliodas: ¡ELIZABETH! (gritando a lo que la albina se asustó por creer que había hecho algo indebido, donde Meliodas se dio cuenta de su estupidez quedando abochornado por ello, recurriendo a una salida) ...

Elizabeth: ¿pasa algo señor? (preocupada, dejo de lado las cosas)

Meliodas: si... digo no... es que no me había dado cuenta de lo tarde que es... (mirando el reloj) ... se nos pasó la hora de almorzar. (sugirió seguro para disfrazar su escapada)

Elizabeth: ah perdón señor Meliodas... estaba tan concentrada que no me di cuenta... ¿gusta que le pida algo en especial?... o ¿prefiere que le cocine algo? (sugirió amablemente)

Meliodas: ¿sabes cocinar? (asombrado)

Elizabeth: solo hago cosas básicas señor... la verdad no soy muy buena. (sonrió nerviosa)

Siempre es Mejor Saber el NombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora