UNA LUZ EN LA TORMENTA

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Tal y como se lo ordenó su difunto padre, salió de ahí prácticamente huyendo del alboroto de varios enfermeros sin que nadie notase de su ausencia, se montó en el auto dirigiéndose directamente hacia su casa. 

Al llegar se fue hacia la habitación y en una maleta grande, tomo todas las pertenencias, todo lo necesario para la próxima parada desconocida, luego se dirigió hacia la bodega familiar y saco todas las pertenencias de su padre, tomando los cheques y cuentas, los diversos folder y parte de pertenencias a su difunto padre, fotos de su familia no podrían faltar y una USB, que en señal era un mensaje de su padre. 

Ya listo todo, se dirigió hacia la residencia de la única persona que contaba sin importar que, y en menos de media hora llego a la casa de diana, quien, le abrió muy sorprendida y preocupada.

Elizabeth: Mi padre falleció... hace una hora, Diana. (sollozando)

Esa noticia fue como un balde de agua fría para la castaña, no lograba procesar tal información, no sabía qué hacer con su amiga que obviamente estaba más que afectada, pensando sobre esas maletas que traía consigo, ¿acaso eran señal de que ella iba a cumplir su amenaza? Pero Elizabeth le saco de ese trance en el que estaba, para decirle

Elizabeth: Necesito que me ayudes a salir de la ciudad, a un lugar apartado y que nadie sepa dónde estoy

Diana: Pe-pero Elizabeth ¿Qué planeas hacer? ¿Acaso te quieres perder? (llorando)

Elizabeth: Fueron ordenes de mi padre, me dijo que debía salir de la ciudad por un tiempo por cuestión de seguridad, vamos diana no tengo tiempo que perder, entiéndelo es de vida o muerte, ¿Me ayudaras a esconderme?

Diana aun sorprendida por escuchar tal información aceptó, empacó cierta ropa y pertenencias personales, dejando una nota para no preocupar a sus seres queridos que le buscarían y sin más partieron en el carro de la albina, proponiéndose a manejar, pues, aunque la pronta huérfana se miraba más calmada de lo normal, no podría confiar del todo en su estado, y sin más, partieron para salir por la autopista principal de la ciudad de lionés, tal cual, como dijo su padre, irse sin ver hacia atrás.

Emprendieron un viaje de aproximadamente 8 horas nocturnas, donde había un tremendo silencio que era comprensible, las dos jóvenes se encontraban en shock, al menos ya sabían cuál sería su siguiente parada, resulta que la amiga castaña, tenía una hacienda apartada de la carretera principal que llevaba el trayecto lionés – Camelot, sin dudarlo, se ofreció a darle hospedaje en aquel lugar, siendo la opción perfecta, ya que gracias a lo retirado y la ubicación despejada que tenía en medio de un trayecto vacío, era el mejor lugar para darle un refugio seguro a su amiga.

Después de tal jornada de cansancio, llegaron prácticamente rendidas por el viaje, apenas llegaron contemplaron por encima el lugar, pues su cansancio era tanto que no tenían ánimos para ello, dejaron las maletas por doquier y descansaron en uno de los muebles de la sala.

Ya había amanecido por completo, despertando poco a poco Diana, cuando levanto su mirada hacia Elizabeth, noto su ausencia asustándola al instante, pues sabía que no podía dejarle sola en tal estado, en histeria empezó a buscar con desesperación a su amiga y cuando estaba imaginando cualquier escenario fúnebre, se percató de la silueta de ella al espaldar, contemplando el hermoso lago que tenían al frente, teniendo un chal que le abrigaba del frio matutino, junto con una taza de café entre sus manos.

Diana aun perpleja por la imagen tan tranquila que emanaba su amiga, se acercó de manera nerviosa a ella, Elizabeth lo sintió, por lo que no le dio tiempo para encararle y se apresuró a decirle.

Elizabeth: Tranquila Diana (riendo) no te hice manejar durante 8 horas nocturnas para suicidarme en tal lugar tan hermoso

Diana: No digas tonterías Elizabeth, es mejor que deseches todas esas ideas de tu cabeza ... ¿ME ENTIENDES?

Siempre es Mejor Saber el NombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora