UN ACTO SUICIDA NO TAN SUICIDA

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Una vez montadas en el carro Elizabeth solo miraba por la ventana, mientras diana conducía, intentando aguantar en balde las lágrimas de ira que tenía por aquel momento y aunque intentaba entablar una palabra para escuchar a su amiga, no sabía que decir en absoluto. Elizabeth notó la inquietud de su amiga y la miro fijamente para sonreírle dulcemente y aunque su sonrisa fuera forzada, era un don que tenía ella, hacer sentir menos angustia a los que le rodeaban.

Ellie: vamos diana, intenta calmarte solo fue un mal momento, debemos guardar compostura... ¿Puedes llevarme a mi casa?... Necesito ver a mi padre. 


 Diana: ¿le contarás lo que paso?

Ellie: por supuesto que no, él, menos que nadie debe enterarse, solo se preocupara y si lo que dijo ese ser es verdad, mi padre necesita de mí ahora más que nunca, prométeme diana que no dirás nada de esto a nadie en especial a mi padre te lo ruego. (la mira fijamente con sus ojos ligeramente empañados) 


 Diana: si esa es tu decisión la respeto y te lo juro (bien sabia diana que su amiga era muy persistente cuando tenía decidido algo y no pondría su quiebre emocional por encima de la situación de su padre) ... Pero Elizabeth tienes que hacer algo con tu nariz, mira como la tienes.

Ellie: hay verdad que tonta fui (sonríe y se apresura a tomar unos pañitos húmedos de su bolsa, para limpiarse por completo sin dejar rastro alguno de su sangre y colocarse algo de maquillaje para disimular el hematoma pronunciado) ... Diremos que me caí mientras cabalgaba un rato... ¿Vale? (diana aceptó, ya que eso podría ser convincente por la naturaleza torpe a veces de sus movimientos)


 Al llegar a la casa – mansión de su padre, notaron que había varios carros en la entrada del jardín, lo cual, altero a su primogénita y apuro el paso llegando al gran despacho de su padre, donde se escuchaban varios gritos de los adultos. 

 (Padre de Elizabeth): ESTO NO PUEDE ESTAR PASANDO!!!, NO MI EMPRESA CARAJO!!! 

 (abogado 1): ya cálmese señor Baltra, tendremos que calmarnos si queremos hacer una jugada inteligente, por ahora es simple protocolo del banco, para inspeccionar los bienes custodiados, pero, si seguimos el plan ejecutivo de estas saldremos.

 Elizabeth: padre, hazle caso al abogado, trata de calmarte, eso no le hace nada bien a tu salud. (entrando directamente al despacho sacándoles de su discusión acalorada por su presencia)

Baltra: hija... mi querida Elizabeth... lamento que te hayas enterado así y me tengas que ver en este estado, pero no te preocupes hija, no dejaré que nos quedemos en la calle (sollozando en brazos de su pequeña hija, que aun joven le daba la calidez y la valentía que necesitaba)


 Elizabeth: no te preocupes padre, sabes que las cosas materiales van y vienen, tú me lo has enseñado, pero, por favor, cuida tu salud padre, no hay mayor tesoro que la vida para tenerte conmigo. (mientras abrazaba tierna y dulcemente a su desesperado padre) 

 Tanto diana como el abogado miraban con ternura aquella escena, diana por su lado pensaba como su amiga puede parecer tan indefensa y débil por fuera, pero por dentro, era una fortaleza hacia sus seres queridos, ella sin duda, si hubiera pasado por todo lo de esta mañana con su actual novio, estaría destrozada y en el piso, sintiendo asfixio por la agonía y preocupación por haberse convertido en una homicida de primera.

 Pasaban las horas y mientras Baltra tomaba un merecido descanso para aliviar su salud, Elizabeth pasaba en una junta con los socios y abogados de la empresa, empapelándose de todo el estrés al que estaba sometido su progenitor. Al siguiente día, se vio envuelta en la misma dinámica extenuante, consiguiendo a su paso con el cuerpo laboral, un ligero avance que daba un poco de paz por poder resolver la situación. Al tercer día, seguía envuelta en el ajetreo y cuando culmino un acuerdo de paz con los bancos, se dirigió hacia donde su amiga que estaba en la universidad, que le había dejado numerosos mensajes, pero por su apretada agenda, no había tenido la oportunidad de contestar. 

Siempre es Mejor Saber el NombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora