¡Te lo ordeno!

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La jornada continua normalmente, ella sentía un dolor intenso en su tobillo golpeado y una ligera hinchazón, por suerte, ya casi era hora de salida y podría descansar en su casita. Tal como lo esperaba, ya era el momento de libertad, apresuró a tomar las cosas para dirigirse hacia la puerta, pero con tal esguince no se creía capaz de conducir por lo que tendría que tomar el metro en su lugar.

Arthur: señorita Elizabeth (quien llegaba corriendo agitado hacia ella) ... disculpe si la asuste... solo quería saber ¿Cómo sigue? (dejándola confundida) ... disculpe fue después cuando no me quitaba el hecho de la mañana en la cabeza, que note, que, por mi torpeza se había golpeado la pierna...le ruego me disculpe enserio (inclinándose hacia ella)

Elizabeth: no tiene que preocuparse señor Pendragón... parte del error fue mío... estaré bien con un descanso. (sonriéndole dulcemente para mitigar su preocupación)

Arthur: me tome el atrevimiento de comprarle esta gasa... si bien no le cura, le ayudara aliviar su dolor con la frescura, como primer auxilio... ¿me permite? (agachándose para colocárselo en su tobillo, Elizabeth aun avergonzada asintió, pues sería de mal gusto despreciarla tal gesto de atención)

Se reclino un poco de la espalda amplia de su compañero, relajando el pie para no darle más problemas al joven. Más no se percató que frente a ella, rojo de la cólera y celos, se encontraba su acosador jefe muy frustrado ante la escena que para él era un coqueteo y toques desvergonzados en plena calle.

Meliodas: ¡ELIZABETH LIONES!!! (asustando por completo a los dos jóvenes y quedando frente a frente de los intimidados) ... señor Pendragón parece que no pierde su tiempo en hacerle perder su tiempo a MI SECRETARIA PERSONAL. (demostrando su molestia)

Arthur: no... no es lo que piensa señor Demons... Elizabeth está ligeramente golpeada en su tobillo, yo solo quería ayudar... (pero Meliodas solo le sonrió maliciosamente)

Meliodas: pero señor Pendragón... para eso estoy YO... SU JEFE. (tomando la mano de Elizabeth que estaba totalmente consternada por la actitud muy celosa e intensa que estaba teniendo su jefe sin importar lo ridículo de la escena que formaba) ... acompáñeme Elizabeth... la jornada laboral aún no termina para nosotros... (se apresuró a tomar de los hombros para guiarla hacia su carro y marchar sin ver atrás)

El silencio NO solo era incomodo, había tal tensión que cualquier existencia de vida fuera de los dos estaría fácilmente corriendo mucho riesgo en ese espacio cerrado.

Meliodas: parece que solo tiene desagrado por mí, más no por las intenciones de cualquier otro desconocido... ¿me podría decir en que estaba pensando al dejar que le toque así?

Elizabeth: no comprendo lo que dice señor Demon (seria)

Meliodas: sencillo... el trabajo no es para galanterías, ni mucho menos, es un lugar sagrado no de citas clandestinas ni toques físicos en la entrada. (frunciendo aún más el ceño)

Elizabeth: ¿ahh no? (irónica)

Meliodas: si sabes que soy el jefe, ¿no? (enojado por la ironía que ella le mostraba)

Elizabeth: por eso estoy aquí señor Meliodas. (indiferente, lo que causo más molestia en Meliodas, quien, freno en seco el carro pues estaba que estallaba por la frialdad de ella)

Meliodas: ¿puedo saber porque mis cercanías con usted las refleja como si de un acosador se tratase, perdiendo todo el valor ante sus ojos, que, claramente se burlan e incluso puedo decir que me miran con cierta lastima y las del espagueti pareciera como lo más propio o normal?

Elizabeth: no entiendo que deba explicar señor si lo ha dicho usted a la perfección.

Meliodas: ELIZABETH LIONES... esa no es la respuesta que debas darle a TU JEFE. (enojado y alzando la voz)

Siempre es Mejor Saber el NombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora