Las noches que la prensa no ve (Charles Leclerc)

☆1☆

Entonces, siento que mi emoción no cabe en mi cuerpo, que en cualquier momento voy a explotar. O sea, no podría pasar... Estoy empacando cosas en una maleta; en dos semanas me voy a Gran Bretaña, a la sede de McLaren. Hace menos de un mes fui aceptada para ser su piloto en F1 Academy. Mientras veo qué más puedo echar... bueno, amontonar en mi maleta, veo de reojo a mi madre apoyada en el marco de mi puerta, esperando a que voltee a verla. Y eso hago, solamente me observa.

—¿Qué sucede? —pregunté viéndola confundida. Observó que tengo en mis manos ropa sucia, ¿será que me está mirando así por la ropa?—. La voy a lavar, lo juro.

—¿En serio está sucia? Si la semana pasada la lavé —la miro y trato de recordarlo, pero en mi mente no tengo nada sobre si la lavé o no—. Pero realmente no vengo a ver cómo piensas si está sucia o limpia, Lousie —me dice adentrándose en mi habitación con cara de que oculta sus ganas de llorar—.

—Ah, ¿no? —digo con un tono para molestarla. Sé que no viene a decirme qué camisas están limpias y cuáles están sucias de mi armario, aunque a veces mucha de mi ropa limpia siempre está en mi silla del escritorio—. Pensé que venías a decirme algo de mi ropa sucia y limpia...

—No, esa camisa sí está sucia, Lousie—dice sacándola de mi maleta, y yo río ante su comentario—. Tu padre estaría orgulloso de esto... —dice mientras empieza a doblar todo lo que amontoné en mi maleta—. Yo sigo pensando que sería mejor que consigas un trabajo normal, Lousie... —dice viéndome seria y preocupada—. Es muy peligroso. ¿Has visto cómo chocan los pilotos? ¿Cómo se destroza el auto? —me pregunta levantando un poco la voz, alarmada y asustada. Sé que está asustada y que, si fuera por ella, no dejaría que me fuera con tal de que yo esté bien—. Como tu madre, tal vez sea mejor que te quedes aquí, consigas un trabajo estable y tengas una linda familia. ¿No te gustaría acaso? Podrías venir a casa cuando quisieras y no tendrías que viajar de tu hogar a lo desconocido, mi cielo —me veía con cautela, pero sus palabras carecían de cautela; realmente ella decía que mejor tuviera una vida relajada—.

—Sé lo que conlleva ser piloto, sé el peligro y también sé que tal vez sea demasiada presión... Pero esto es lo que quiero, esto me gusta y, sí, obviamente quiero tener una familia linda, una casa con jardín y todo eso, pero también quiero recorrer el mundo y correr para McLaren, subir a un auto a 400 km/h, ganar carreras... —ella me mira como si buscara algún argumento para decirme que no me vaya—. Es por todo lo que me he esforzado. Papá fue el primero en subirme a un kart... —tal vez no debería decirle cosas de papá, pero él fue una gran influencia para que todo esto sucediera—.

—No me ataques con lo que hizo tu padre —menciona un poco molesta—. Sé que sueñas con esto, pero es demasiado peligroso. ¿Y si te pasa algo y yo no estoy para ayudarte? ¿Para cuidarte en dado caso de que sí te suceda algo? —la veo y sus ojos empiezan a cristalizarse.

—Mamá, ya no tengo diez años para que te preocupes. Si me pasa algo, el equipo me cuidaría o, bueno, contrataría a alguien para que lo hiciera... —menciono, pero ella solo me ve—. Sé que quieres que me quede aquí, pero yo no quiero quedarme aquí... —digo y ella rompe en llanto. Creo que fui muy dura, pero es que no me quiero perder esto por lo que tanto me he esforzado—. No me refiero a que no quiero estar contigo —aclaro rápido, pero ella no parece escucharme.

—...piensas igual que tu padre, siempre quiso llevar su carrera más allá y yo siempre quise formar una familia tranquila. Tu padre viajaba mucho y ahora en dos semanas voy a ver cómo te vas a Gran Bretaña. ¿Sabes cómo se siente eso? —me pregunta, pero yo solo la veo y niego con la cabeza—. No quiero perderte como a tu padre —dice, y de alguna manera empiezo a entender cómo se siente frente a toda esta situación—. Sé que estarás feliz corriendo carreras y ganándolas, pero quiero una vida tranquila para ti.