Si los tocas te mato

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Mikey despertó con un dolor en todo su cuerpo, consciente en parte de la razón de aquel dolor, pero con una neblina que cubría la mayoría de sus recuerdos. Decidió no darle demasiada importancia después de todo siempre perdía ciertos recuerdos o los recordaba a medias si intentaba recuperarlos le iba a atacar una jaqueca lo mejor era dejarlo atrás, sus hermanos habían comenzaban a despertar también primero el de azul, luego el de morado, y finalmente Raph. Aún estaba intentando retener la información, por lo cual a veces olvidaba los nombres de sus hermanos y prefería identificarlos por los colores de sus bandas.

Su padre había estado vigilando mientras ellos descansaban, y probablemente había intercambiado la guardia con su hermano de azul para que este pudiera dormir un poco después de que izo una escena la noche anterior. A pesar de que aún estaba somnoliento, sabía que no podría volver a dormir una vez levantado no era capas de dormir ya que todas las mañanas le despertaban a horas que para el eran completamente ridículas pero si llegaba a mostrar su inconformidad le daban una buena paliza o peores cosas podían sucederle.

Además este despertar era diferente, normalmente lo zarandeaban o le daban una descarga eléctrica para despertarlo las primeras veces de su estancia. Recordaba la sensación de esas descargas, la electricidad recorriendo su cuerpo hasta llegar a su corazón, una mezcla extraña de dolor y entumecimiento pero al mismo tiempo le daba curiosidad era difícil de describir con palabras para su gusto.

Pronto, todos estaban despiertos y alistando sus equipos. Los perros jugaban con Mikey, jaloneándolo y lamiéndolo en señal de cariño, mientras el más grande vigilaba que no hubiera intrusos en su territorio provisional y que los demás miembros de la manada no lastimaran a la tortuguita. De repente, el estómago de Mikey gruñó ruidosamente.

Todos voltearon a verlo, habían estado corriendo tanto que se olvidaron de comer, especialmente el menor este necesitaba estar en excelentes condiciones después de todas las cosas por las que había pasado, no había comido nada desde la mañana anterior en la cascada. Rápidamente, empezaron a sacar comida enlatada para él, pero Mikey, estaba avergonzando por el ruido que había hecho hace tiempo que llevaba una rutina en aquella prisión donde lo dejaban sin comer durante una semana para saber cuánto tiempo podía sobrevivir y la próxima semana le alimentaban se acostumbro a estos cambios y no tubo problemas gracias a Dios pero estaba en la semana en la que debía alimentarse, así que decidió buscar algo en la naturaleza no era quisquilloso después de toda la basura que le obligaban a comer cualquier cosa le sabría bastante bien incluso si tenia que comer tierra después de todo recordaba como su hermano mayor le decía que tenía un estómago de hierro.

Vio una planta llena de bayas silvestres de diferentes tonos. Ya las había comido antes, aunque en contra de su voluntad durante su estadía en aquella prisión. Al principio le hicieron daño, pero luego se acostumbro a estas sabía que probablemente eran venenosas, pero prefería eso a morir de hambre o recibir una paliza por no comérselas. Mientras su familia estaba distraída sacando latas de comida, se acercó a la planta y comenzó a comer las bayas. Los perros, al verlo, se espantaron ya que el olor y color de estas emitían a plena vista que no eran comestibles e intentaron alejarlo, pero él les gruñó. El alfa de los perros dio aviso a la tortuga mas cercana a ellos que fue en este caso Donnie, quien al verlo casi se desmaya del susto y corrió hacia su hermano para alejarlo de la planta. Mikey intentó zafarse y, al no conseguirlo, se metió como pudo un racimo de bayas en la boca y comenzó a comérselas rápidamente.

-¡Donnie, ¿Qué sucede?! -exclamó Raph.❤️

-¡Lo que sucede es que Mikey se acaba de comer un montón de bayas venenosas!💜-respondió Donnie desesperado.

Ante aquella revelación, Raph intentó abrirle la boca a Mikey para que escupiera las bayas, pero él no soltaba el racimo y se tragaba las bayas sueltas sin dificultad. Con la ayuda de su padre, lograron hacer que soltara el racimo, aunque ya había comido más de la mitad de las bayas. Leo buscaba medicina para tratar a su hermano menor y al acercarse con un medicamento hecho por Donnie a base de mutágeno, Mikey lo miró con horror e intentó meterse en su caparazón inútilmente debido a su condición. Raph notó esto y paró a Leo, buscando una solución que no asustara más a su hermano menor su reacción ante el medicamento lo alerto de sobremanera que es lo que le habían hecho para que reaccionara así su hermanito.

Bajo el mismo infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora