CAPÍTULO 10

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📌 Actualización 1/3

El silencio reinaba en la casa Itadori para satisfacción de todos. Con un mensaje de texto Satoru confirmó que había conseguido convencer a Yuji de dejarse examinar, sin embargo, el pequeño omega, quien gracias a Satoru comenzaba a comprender la importancia de su rol en la sociedad, no dudó en hacer saber que tenía ciertas condiciones para participar en las evaluaciones que los médicos habían mencionado.

Con aquello dicho acordaron tener una breve reunión con el jefe de médicos luego de su siesta. Y así se hizo, en estos momentos se encuentran en la sala principal, Yuji y Satoru en un sofá, los padres de ambos en los sofás contiguos a cada lado y frente a ellos, la persona que dirigía el experimento, Himari, es una doctora especializada en el estudio de feromonas artificiales y el desarrollo de supresores e inhibidores especiales para omegas. La chica de cabellos violáceos a pesar de ser joven es toda una experta en su rama, razón por la que fue nombrada jefa del experimento con los destinados. También es la chica que inicialmente trato de razonar con Yuji, sin éxito.

– Ya que estamos más tranquilos, puedes decirnos que sucede, Yuji. – pidió Kaori mirando con preocupación a su pequeño. La pelinegra no concebía lo que los otros le habían comentado sobre la situación, luego de que terminara de alimentar a Choso. El comportamiento que describían no era en lo absoluto el de su querido y educado cachorro, más parecía que hablaban de alguien más, por lo que incluso se sintió ofendida.

Aunque ahora que veía a su pequeño sentado ahí con clara molestia, empezaba a creer que algo había incomodado seriamente a su sol y no se quedaría de brazos cruzados al respecto, luego de aquella reunión hablaría con él para saber que es lo que estaba sucediendo.

Yuji miró a Satoru, el albino tomó su mano y doy un suave apretón para darle al pequeño el valor que parecía necesitar en ese momento. Aquel sutil gesto fue suficiente para que el menor tomase un bocanada de aire, se irguiera en su asiento y mostrara su mejor cara.

– Aceptaré que me revisen. – recorrió rápidamente con su mirada las caras de todos los presentes, no solo estaba ahí para negociar, estaba ahí para analizar la reacción de todos y ver si lo tomarían en serio o no. – Pero tengo condiciones, si no aceptan entonces me negaré rotundamente. – amenazó con dulce voz. Su corazón latía con preocupación y su aroma comenzaba a intensificarse debido a todo el miedo y estrés que estar ahí le causaba, además de todo el valor que le había tomado pronunciar aquellas palabras, en su interior sentía que colapsaría en cualquier momento, pero se obligó a no ceder y en su lugar la imagen proyectada a los presentes era la de un chico muy seguro y dispuesto a imponerse mediante una muy inteligente negociación.

Satoru deseaba abrazarlo y reponer aquellas fuerzas que habían abandonado el pequeño cuerpo, pero hacerlo implicaría dejar ver al resto su miedo, y no era propicio hacer eso en ese momento, así que usando toda su fuerza de voluntad, se obligó a permanecer en su lugar, sosteniendo la mano de Yuji.

Himari sonrió satisfecha ante aquel avance con el omega y sin dudarlo asintió en respuesta. – Bien, escucharé tus condiciones. – cruzó sus piernas con elegancia y ordenó al resto del equipo que se retirara a otra área de la casa hasta terminar las negociaciones. Ante la aprobación de los Itadori, Emi fue quien guió al grupo de personas fuera de la sala. – Se ve que eres un chico muy decidido. – alentó al menor a continuar con sus peticiones, cosa que Yuji aprovechó para asombro de todos.

– No quiero que se acerquen a nuestra habitación. No los quiero cerca de mi nido. – soltó sin titubeos, en su mirada no había temor solo una chispa de decisión a no dejarse amedrentar por los adultos. – Saben que somos destinados, así que no quiero que se lleven a Satoru. Y en cuanto a las pruebas quiero que me expliquen paso a paso lo que hacen para entender que están haciendo. – los adultos no salían de su sorpresa al ver al dulce niño de 11 años tan fiero y decidido.

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