CAPÍTULO 17

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La discusión entre la funcionaria de gobierno y los líderes fue acalorada, ninguno quería ceder la autonomía sobre Olimpo, había demasiado esfuerzo en aquello como para dejarlo perder así por así, pero luego de una larga discusión aquel acuerdo se cerró beneficiando a las tres grandes familias o eso es lo que Akane les hizo creer.


Con el gobierno haciéndose a un lado, serían los Gojo, Kamo y Zenin, quienes controlaría en su totalidad Olimpo y toda la investigación de la reproducción asistida de los omegas con la única condición de reportar trimestralmente al gobierno de los avances y cualquier por menor que requiriese la intervencion gubernamental mediante leyes y decretos, cosa que a regañadientes habían aceptado, sin embargo, los tres hombres habían acordado previamente limitar la información a la que tendría acceso el gobierno para evitar futuras filtraciones.


El resto del día se llevó a cabo con normalidad con todos los menores conviviendo y jugando, además de dejar que aquellas pequeñas chispas que habían surgido entre los omegas invitados y los alfas presentes comenzaran a echar raíces a través de dulces cortejos. Aquella reunión dio paso al nacimiento de inocentes amores, sonrisas tiernas y miradas cómplices; sin embargo, todos eran conscientes que aquella pequeña burbuja no dudaría para siempre, pues el día en el que los omegas serían llevados a Olimpo estaba por llegar y con ello, separaciones, sentimientos encontrados y revelaciones también.


Al finalizar la semana, Megumi no se despegaba de Suguru y el mayor se deshacía en atenciones hacia el pequeño omega, desde cortar manzanas en forma de conejo, hasta peinar sus rebeldes cabellos cada vez que la cálida brisa hacía de las suyas. Por otro lado, Ieiri y Nobara parecía un gota de agua al compartir tiempo haciéndole travesuras a los demás, al igual que los anteriores algo había hecho clic entre ellas y en tan poco tiempo se volvieron inseparables, y ni hablar de Satoru y Yuji, quienes parecían vivir en una burbuja de miel y colores ajena al resto del mundo, los cortejos del albino eran los más adorables y como no, si promulgaba a Yuji como el amor de su vida.


– ¿Están listos para lo que viene? – Noritoshi miraba con pesar a su pequeña, quien reía a carcajadas al lado de los otros chicos.


– Nunca se está listo para esto, ¿sabes? Será duro para todos ver lo que viene. – Naobito bebió de su trago para calmar los nervios y darse un poco de coraje para afrontar a los jóvenes alfas, quienes hasta ahora habían mostrado su lado más pacífico.

– Será duro, pero por ahora es lo mejor, saben que no podemos arriesgar a los chicos y aunque sea difícil, se que en el futuro comprenderán que esto era necesario para que sobrevivieran. – Masaru miró su reloj, faltaban solo un par de horas para que el equipo médico llegara, estos al ser betas no podrían competir contra los jóvenes alfas, por lo que la intervención de ellos sería crucial. Incluso Jin, Nanami y Toji habían sido llamados, pues debían realizar la extracción de los omegas con el menor daño colateral posible, era una apuesta de todo o nada.

Los líderes ordenaron organizar un gran y elegante cena como despedida para sus cachorros, quería darles un recuerdo dulce, aunque siendo sinceros sería todo lo contrario.

– Oye, padre. – Nobara habló captando la atención de todos. – ¿cuándo volveremos a tener una reunión así? – la castaña parecía muy entusiasmada al pensar que aquella convivencia podría repetirse con regularidad.

– Más adelante veremos eso, Nobara. Por ahora, disfruta de tu cena. – Noritoshi fingió una sonrisa, aunque realmente su corazón se estrujó con violencia al soltar aquellas palabras, pues sabía que lo que su hija deseaba no se repetiría al menos por unos años.

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