CAPÍTULO 3

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Esa mañana de domingo era preciosa, la brisa arrastraba la dulce fragancia de las flores y aquella vista se complementaba a la perfección la belleza del cristalino lago rodeado de diversas flores y árboles. En el jardín un hermoso cachorro pelirrosa corría riendo a carcajadas porque el albino le seguía intentando atraparlo sin éxito. Le daba ventaja pues su risa era como música para sus oídos.

- Ne, ne, Toru. - se detuvo el exhausto cachorro luego de un rato. - ¿Puedo tomar unas flores? - señaló el unas margaritas y unos lirios que crecían cerca del lago.

- ¿Para que las quieres? - lo miró extrañado, sin embargo, no podía negar que por alguna razón la idea de decirle que "no" a esos ojitos deslumbrantes era difícil. La sola idea de imaginar al precioso niño hacía que le doliera el corazón, no quería volver a verlo triste. - Puedes tomar las que quieras, pero ya que están muy cerca de la orilla del lago, iré contigo, ¿si? - extendió su mano y Yuji la tomó de inmediato.

Ya que Satoru temía que Yuji se cayera, le dijo que señalara exactamente las flores que quería y él iría por ellas, y así hicieron. Al final Satoru recolecto 2 docenas de flores a petición de su lindo omega. Desde la estancia de la terraza eran observados por los padres de ambos quienes veían con ternura la escena.

Los Gojo contemplaban como su hijo llevaba dos días sin parar de sonreír, cosa que no pasaba a menudo, ya que Satoru era reacio a acercarse a las personas o siquiera a comportarse como un niño de su edad, por lo que agradecían la llegada de Yuji. Por otro lado los Itadori, veían como su pequeño sol brillaba con más intensidad que nunca, el brillo en sus ojos y su radiante sonrisa sin duda opacaba al sol mismo, ciertamente el encuentro con Satoru había sido como cumplir el sueño de su pequeño, tener un amor de cuento de hadas.

La nana por su lado se encontraba a unos cuantos pasos de los cachorros, ya que no podía alejarse demasiado de Yuji, y por consiguiente era su obligación garantizar su seguridad, pero trataba de mantenerse a una distancia prudente para no interrumpir la inocente atmósfera.

- ¿Qué harás con las flores? - pregunto Satoru luego de caminar y buscar sombra bajo el árbol más frondoso del jardín. Dejó las flores en el suelo y Yuji se sentó de inmediato comenzando a separarlas por colores.

- Es una sorpresa. - dijo muy concentrado en su tarea. Satoru solo se sentó en silencio a observar los delicados movimientos del menor. Quien con prisa organizaba todo. - ¿Cuál es tu color favorito? - pregunto levantando su vista por un instante.

Satoru nunca se había preocupado por ese tipo de cosas. No es que no le interesara, pero no solía prestar atención a ese tipo de cosas. Se quedó en silencio por unos instantes pensando en cual sería la respuesta correcta. Llevo su mano a su mentón y cerro sus ojos visualizando el color que consideraba su favorito, y como si de una revelación se tratase, el rosa vino a su mente, pero no cualquier rosa, era el color del cabello de Yuji. Un rosa suave, sedoso y puro.

- Creo que ya sé. - respondió con una sonrisa. Llevó sus manos a los rebeldes cabellos del menor. - El color de cabello de Yuji es mi color favorito, aunque también el ámbar de tus ojos, así que tengo dos colores favoritos. - la sonrisa de Yuji al escuchar aquellas palabras hizo que su corazón se detuviera por un instante, o eso creyó.

- Mi color favorito es el celeste de los ojos de Toru. - soltó sin saber el peso de esas palabras para el albino que de igual forma respondió aquella declaración con una enorme sonrisa. - Ahora date la vuelta porque es una sorpresa. - exigió con voz suave y el alfa obedeció sin rechistar.

Pocos minutos después un celoso hermano mayor apareció. Choso se había despertado más tarde por lo que se había perdido gran parte de la hora de juego de los otros dos cachorros.

AST - NUEVOS DIOSESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora