Ese día los padres no se separaron de sus hijos, sin embargo, los Itadori debían cuidar de Choso por lo que se turnaban para no dejar a Yuji solo, mientras que los Gojo debían cuidar a los amigos de Satoru, sin embargo, Masaru se ofreció a cuidar de ellos, pues, no quería que su esposa se angustiara al estar lejos de su hijo. Al día siguiente se vieron obligados a abandonar las habitaciones, ya que aún había muchas cosas de las cuales encargarse, razón por la que cada cuatro horas había cambio de guardaespaldas, pero había un lapso de cinco minutos en los que no había nadie vigilando el pasillo. La orden era la misma para todos, nadie excepto los padres y Himari podían ingresar a las habitaciones de los menores.
Para distraerse, Kaori y Oyuki pasaban tiempo con el resto de cachorros, quienes parecían más tranquilos luego de que Haibara les explicara lo que había sucedido y la razón por la cuál aún no podían volver a sus hogares, estos no parecían molestos o asustados, al contrario parecían más felices, así que, para distraerse y matar tiempo mientras los otros dos despertaban, se dedicaron a organizar la fiesta de cumpleaños de Yuji, y así pasaron los siguientes dos días.
Por otro lado, Himari estuvo monitoreando de cerca la recuperación de los menores. Afortunadamente, todo iba bien, no habían tenido complicaciones de ningún tipo por lo que, luego de hablar con los tutores de cada uno, se tomó la decisión de reducir progresivamente la dosis de sedantes para que estos despertaran, se haría de esta forma para evitar cualquier alteración abrupta que los obligara nuevamente a reaccionar de forma violenta.
Cinco días después del ataque, Satoru fue el primero en despertar, su cuerpo dolía, su cabeza daba vueltas y todos los aromas en el lugar le daban náuseas, sin embargo, tan pronto su vista se aclaró, buscó con desesperación a Yuji, pero los únicos presentes en la habitación eran sus padres.
– Yuji... ¿Dónde está? – logró hablar con dificultad, su garganta estaba seca.
Oyuki se acercó a tomarlo por las mejillas y repartir besos por todo su rostro, fue inevitable que volviera a llorar. Masaru, que estaba unos pasos atrás, vio con alivio aquella escena y un par de lágrimas escaparon de sus ojos, dejando ver la felicidad que aquel momento le causaba. – Está en otra habitación, aún está dormido. – habló para calmar a su hijo.
– Quiero verlo... mi Yuji. – susurró mientras intentaba levantarse, pero aplicando una suave presión sobre su cuerpo, Oyuki lo mantuvo en la cama.
– Aún no puedes levantarte, te llevaremos con Yuji cuando él despierte, así que te ruego que te mantengas tranquilo. – su voz dejaba en claro que más que una súplica se trataba de otra orden y estando débil, Satoru no tuvo más opción que asentir.
– Himari vendrá a revisarte en un rato, así que compórtate. Sé que esto ha sido difícil, pero ella solo intenta mantenerlos a salvo al igual que nosotros. – agregó Masaru al acercarse a la cama y acariciar los blancos cabellos de su hijo.
– Ieiri y Suguru vendrán a verte en un rato. – Oyuki por fin sonrió al ver como una ligera sonrisa adornaba el rostro de su hijo al escuchar que sus amigos estaban bien. – Por ahora, descansa un poco más. Te avisaré cuando Yuji despierte. – susurró con amor la relajada mujer.
En la otra habitación, Kaori y Choso contemplaban a Yuji, quién poco había hecho por despertar, aquella imagen de su pequeño sólo le recordaba lo horrible que fueron aquellos dos meses en los que Yuji estuvo separado del albino y en cómo creyó que lo perdería, ahora ese sentimiento no era diferente.
– ¿Cuándo despertará? – preguntó Choso mientras acariciaba la mano de su hermano. – Satoru ya despertó, se supone que Yuji despertaría antes. – reclamó con un poco de enfado.
– Cada uno reacciona diferente, cariño. Puede que Yuji tarde un poco más debido a que pasó por mucho estrés y bueno, al ser omega esto puede impactar de peor forma que en un alfa. – explicó la azabache mientras acariciaba la mejilla del pelirrosa.
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AST - NUEVOS DIOSES
Фанфик20 de marzo del año 2450. En el hospital nacional de Sendai por primera vez en 25 años ha nacido un omega. De piel ligeramente bronceada, inusual cabello rosa y orbes color avellana, el llanto de Yuji Itadori resuena en el hospital. Por los altavoce...