En un abrir y cerrar de ojos habían pasado tres meses desde la llegada de los primeros omegas a Olimpo, la población había aumentado considerablemente en ese corto lapso, al mismo tiempo los chicos parecían haberse adaptado bastante bien a su nueva rutina lejos del mundo. Pocos días después de la llegada de los menores, los instructores habían llegado tal como los adultos lo habían prometido, todos estaban estudiando arduamente y ahora la recompensa por su valentía estaba a solo unos días.Dentro de tres días tendrían su primera visita, sus familias estaban invitadas y considerando que estaban en edad de cortejo muchos jóvenes alfas también tendrían la oportunidad de presentar sus primeras ofrendas de cortejo.
Sumado a eso, durante esa semana se terminarían de incorporar los últimos omegas que aún vivían fuera de Olimpo, debido a la entrada en vigencia de un decreto especial, todo parece ir viento en popa. Aunque el mundo exterior parece sumido en un terrible caos gracias a esta medida, Olimpo y sus diferentes sedes parecen haberse convertido en el respiro que la casta más dulce necesitaba, no solo eran protegidos, también eran cuidados y venerados con devoción, como si de dioses se tratase.— Recuerden que la defensa personal es su mayor arma, no importa si son alfas o betas, si saben donde golpear podrán someterlos. – la clase de defensa personal siempre resultaba extenuante, pero todos estaban obligados a asistir sin excusa. – Descansan, nos vemos en la lección de mañana. – se despidió el chico mientras se dirigía al interior de la residencia.
— Maldición, si seguimos así no creo sobrevivir un año. – Nobara yacía tirada en el piso mientras recobraba el aliento, sin duda esta era su clase menos favorita, pero era su pase para las clases de diseño y alta costura, así que por más que la odiara, siempre daba lo mejor de sí.
— Han pasado tres meses y sigues quejándote igual o más que cuando empezamos. – Megumi le lanzó un toalla para que pudiera limpiar su rostro.
— Megumi tiene razón. – Yuji río mientras ofrecía agua fría a la castaña. – Pronto tendremos visitas, así que es normal que las clases sean más agotadoras. – tomó asiento junto a ella.
— Lo entiendo, lo entiendo, ya cállense los dos. – bufó terminando de secar su rostro. – Hablando de eso, ¿creen que vengan a vernos? Digo, prometieron que vendrían, pero ¿Y si lo olvidaron? – hizo un tierno puchero que hizo reír a ambos chicos.
— Satoru me envió una carta y prometió que vendría, así que sé que lo hará. – la ilusión centelleaba en aquellos orbes color ámbar.
Yuji inicialmente pensó que moriría al no ver más a Satoru, las primeras semanas fueron un verdadero infierno, lloraba todas las noches anhelando a su destinado, más aquel deseo solo se quedaba en eso. En un intento por mantenerlo tranquilo, tanto Jin como Masaru lo mantenían al tanto cada que podían, y llevaban las cartas que los chicos se enviaban cada semana, no era suficiente, pero era mejor que nada. La visita le hacía mucha ilusión y aunque no podrían sentir su aroma, dado que el experimento de destinados seguía activo, verlo le daría las fuerzas que necesitaba para continuar con aquello.
— El anciano dice que Geto y Shoko también dijeron que vendrían, solo que al ser alfas deben seguir un protocolo bastante estricto para evitar incidentes. – Megumi tomó asiento y quedando los tres a la misma altura se dedicaron en silencio a contemplar la belleza del panorama. – Creo que les darán supresores, así que sus aromas serán muy leves o en el peor de los casos nulos. – aunque había recibido un par de regalos impregnados con la esencia del azabache, no podía negar que no le molestaba saber que probablemente no podría sentir su tranquilizante esencia a manzanilla.
— Supongo que es normal, después de todo este lugar está impregnado en esencias omegas y bueno, cualquiera puede tener su celo. – Nobara no parecía tan molesta ante aquella idea pues ver a Ieiri era más que suficiente para ella.
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AST - NUEVOS DIOSES
Fanfiction20 de marzo del año 2450. En el hospital nacional de Sendai por primera vez en 25 años ha nacido un omega. De piel ligeramente bronceada, inusual cabello rosa y orbes color avellana, el llanto de Yuji Itadori resuena en el hospital. Por los altavoce...