Aun dudando de lo que pasaba en su entorno, Satoru se animó a abrir luego de escuchar la voz de su madre, además su aroma era inconfundible, por lo que estaba seguro de que sí era ella. Se movió con Yuji aún entre sus brazos. No quería soltarlo, no iba a dejar que lo alejaran.
– ¿Toru? – susurró con miedo Yuji al ver como este se ponía de pie y llevaba su mano al picaporte. Satoru buscó su aprobación con una mirada, y aun con temor, Yuji asintió.
Ambos habían sido fuertes, habían resistido aquella atrocidad, por lo que tan pronto vieron a Oyuki, ambos no pudieron contenerse más y Satoru se lanzó a los brazos de su madre, quien los recibió a ambos entre sus brazos.
– Perdón, mamá. Perdóname. Ellos querían llevarse a Yuji. – lloraba el peliblanco mientras se aferraba a ella con su mano libre. Sabía lo que había en aquella habitación y con el temor de ser despreciado por lo que había hecho, su único pensamiento fue pedir perdón por ello.
– No, no, no. Mi amor, lo protegiste, no dejaste que se lo llevaran. – abrazaba con fuerza a su hijo. Su aroma a hierbabuena con un ligero toque amargo estaba impregnando a ambos menores para tranquilizarlos. A Yuji le besaba las mejillas y restregaba su nariz contra estas para aliviar el temor que evidenciaba su agrio aroma. – Yuji, perdónanos. No debimos dejarlos solos, fuimos demasiado ingenuos al creer que nunca sucedería nada malo. – la albina lloraba al estar aliviada de que ambos estuvieran bien.
La escena era conmovedora y a la vez siniestra, pues en el corto lapso que le tomó a Oyuki hacer salir a los chicos, el equipo de seguridad había retirado los cuerpos pero los ratros de s4angr3 seguían evidenciando lo sucedido. El equipo médico, Nanami y Haibara solo observaban en silencio aquel íntimo momento, no querían interrumpirlos hasta que se sintieran un poco más reconfortados. Los presentes les dejaron estar así unos diez minutos hasta que Nanami se aclaró la voz, ya que si bien era importante que se tranquilizaran, también lo era el atender las heridas de los menores y sacarlos de la residencia para llevarlos a un lugar seguro lo antes posible.
– Señora Gojo. – llamó Nanami.
– Satoru, escúchame bien. – su voz era suave pero firme. – Ahora mismo el equipo médico debe revisarlos. – apretó más a su hijo contra su cuerpo. – Deben revisar a Yuji, por favor. – un gruñido fue la respuesta del menor, quien no dudó en intentar luchar para zafarse del agarre de su madre.
Por el contrario, Yuji se aferró a ella y al ver como lloraba decidió confiar en que ella jamás dejaría que los lastimaran. Yuji contuvo su llanto para no alterar más a Satoru cuando vio que uno de los médicos se acercaba para inyectar un líquido que no tardó en hacer efecto en el peliblanco, le habían inyectado un sedante.
– Te prometo que no dejaré que los lastimen, ¿sí? – le habló al pelirrosa que ahora se encontraba entre sus brazos. – Satoru está muy herido y alterado y debemos curarlo. A ti también te revisarán, pero salgamos de aquí primero. – acarició las mejillas del menor y dio varios besos en estás para calmarlo. Nanami cargaba al inconsciente albino, mientras que Oyuki llevaba a Yuji en sus brazos.
Se fueron a la sala donde el resto de los chicos descansaban aún inconscientes. El equipo de seguridad ya había retirado el cuerpo de Emi, y por petición de Oyuki, había sido llevado de inmediato a la funeraria que se encargaba de los servicios familiares desde hace décadas, ya que no quería que el cuerpo fuera dañado, ya que al final le daría un sepelio digno, no solo por su servicio a la familia Itadori, sino por el amor con el que protegió a los chicos y porque desde hace mucho la consideraban un miembro más de ambas familias.
– ¿Y mi mamá? – preguntó por fin Yuji con voz quebrada.
Oyuki lo miró con ternura al comprender que, si bien han pasado juntos casi toda su vida, su aroma nunca le daría el confort del de su propia madre. Acarició su mejilla y besó su frente. – Ella ya viene para acá, pero le tomará un rato más llegar. Tan pronto venga, nos iremos a un lugar más seguro. Tu papá y Masaru llegarán a la nueva casa para cuidar de todos, así que ya no te preocupes. – el perlirrosa asintió un poco más tranquilo.
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AST - NUEVOS DIOSES
Fanfiction20 de marzo del año 2450. En el hospital nacional de Sendai por primera vez en 25 años ha nacido un omega. De piel ligeramente bronceada, inusual cabello rosa y orbes color avellana, el llanto de Yuji Itadori resuena en el hospital. Por los altavoce...