Capítulo 2

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El segundo día en el campamento de hockey comenzó temprano.

El sol apenas había salido cuando Riley y sus compañeras de cabaña se levantaron, listas para el desayuno y otro día lleno de entrenamientos.

La emoción del primer día aún latía en el corazón de Riley, especialmente después de haber conocido a su ídolo, Val Ortiz.

Después del desayuno, los campistas se dirigieron a la pista de hielo.

La niebla matutina se levantaba lentamente del lago cercano, creando un ambiente fresco y revitalizante.

Riley se calzó los patines con destreza, ajustó su equipo y se unió a su grupo en la pista. Val Ortiz ya estaba allí, moviéndose con la misma gracia y precisión que el día anterior.

Val comenzó el entrenamiento con una serie de ejercicios de calentamiento, guiando a los campistas con su voz clara y firme.

Cada movimiento que hacía era un ejemplo perfecto de técnica, y Riley no podía evitar sentir una mezcla de admiración y asombro.

Trató de imitar cada detalle de los movimientos de Val, esforzándose por mejorar con cada repetición.

—¡Muy bien, equipo! —dijo Val después de los ejercicios de calentamiento —. Ahora vamos a trabajar en el manejo del disco y la precisión en los tiros. Quiero que se dividan en parejas y practiquen pasarse el disco mientras se mueven por la pista.

Riley buscó una pareja y comenzó a practicar, concentrándose en cada pase y en mantener el control del disco.

Val se movía entre los grupos, observando y ofreciendo consejos.

Cuando llegó al grupo de Riley, se detuvo para ver su progreso.

—Riley, estás haciendo un buen trabajo —dijo Val, colocando una mano en el hombro de Riley —. Pero intenta mantener la cabeza levantada mientras patinas, eso te ayudará a anticipar mejor los movimientos de tus compañeros y a reaccionar más rápido.

Riley asintió, agradecida por el consejo. Val se quedó unos minutos más, observando y ofreciendo correcciones precisas.

Cada palabra de aliento de Val hacía que el corazón de Riley latiera más rápido.

No solo admiraba a Val como jugadora de hockey, sino que empezaba a admirarla como persona.

A medida que el día avanzaba, Val organizó varios ejercicios y simulacros de juego que desafiaron a los campistas a usar todas sus habilidades.

Riley se sumergió en cada actividad, decidida a aprender y mejorar, Val era una entrenadora exigente pero justa, y su pasión por el hockey era contagiosa.

Durante una pausa para el almuerzo, Riley se sentó con sus compañeras de cabaña y no pudo evitar hablar sobre Val.

—Es increíble tener a Val como entrenadora — dijo Riley, mordiendo su sándwich —. Aprender directamente de ella es una oportunidad única.

Sus compañeras asintieron, compartiendo la misma admiración.

Todos en el campamento sentían el impacto de tener a una figura tan inspiradora guiándolos.

Después del almuerzo, volvieron a la pista de hielo para continuar con los entrenamientos de la tarde.

Uno de los ejercicios de la tarde involucraba trabajar en estrategias de equipo. Val formó pequeños equipos y les asignó diferentes roles y tareas.

Riley fue nombrada capitana de su equipo, una responsabilidad que aceptó con entusiasmo.

Con la orientación de Val, trabajaron en la comunicación y la coordinación en la pista, practicando jugadas y movimientos estratégicos.

—Recuerden, el hockey es un deporte de equipo —dijo Val mientras observaba a los equipos en acción —. La clave es la comunicación y el trabajo conjunto. No importa cuán talentoso seas individualmente, siempre necesitas confiar en tu equipo.

Riley se esforzó por aplicar estos principios, liderando a su equipo con determinación y apoyo. Val se acercó a ella después de uno de los ejercicios, con una sonrisa aprobatoria.

—Lo estás haciendo muy bien, Riley — dijo Val —. Sigue así, y verás cómo mejoras cada día.

El día terminó con una sesión de estiramientos y reflexiones.

Los campistas se sentaron en círculo mientras Val les pedía que compartieran sus experiencias y aprendizajes del día.

Riley escuchó atentamente a sus compañeros, sintiéndose parte de una comunidad unida por la pasión por el hockey.

Cuando llegó su turno, Riley se sintió nerviosa pero feliz de compartir sus pensamientos.

—Hoy aprendí mucho sobre la importancia de la comunicación y el trabajo en equipo — dijo Riley —. Y también me di cuenta de que siempre hay algo nuevo que aprender, no importa cuánto creas que sabes.

Val asintió, satisfecha con la reflexión de Riley. Al finalizar la sesión, los campistas se dirigieron a sus cabañas para descansar.

Mientras caminaba de regreso, Riley no podía dejar de pensar en Val y en lo especial que había sido el día.

Sentía que cada momento en el campamento la acercaba más a sus sueños, no solo de convertirse en una mejor jugadora de hockey, sino de entenderse mejor a sí misma.

Esa noche, mientras se acostaba, Riley se dio cuenta de que su admiración por Val estaba creciendo.

Había algo en su manera de ser, en su pasión y dedicación, que resonaba profundamente en ella.

Cerró los ojos con una sonrisa una vez acostadaen su cama, anticipando lo que el próximo día le traería, y con una creciente sensación de que este campamento sería más significativo de lo que jamás había imaginado.

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Por alguna razón, no me gusta :(

Amor en la Pista de Hielo // Riley Anderson x Val Ortiz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora