Epílogo

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Los años pasaron rápidamente para Riley y Val, llenos de triunfos, desafíos y momentos que atesorarían para siempre.

Desde su primer encuentro en el campamento de hockey hasta sus días jugando en equipos profesionales, su vida juntos había sido una travesía extraordinaria.

Ahora, mirando hacia atrás, se dieron cuenta de cuán lejos habían llegado y cuán profundamente habían crecido, tanto individualmente como en pareja.

**Desde la perspectiva de Riley:**

Riley estaba sentada en el porche de su casa, observando el atardecer.

El cielo se pintaba de tonos rosados y naranjas, un reflejo de los muchos atardeceres que ella y Val habían compartido.

Al mirar el horizonte, no podía evitar sentir una profunda gratitud por todo lo que había vivido.

Recordaba sus días en el campamento de hockey, donde había conocido a Val y donde su vida había cambiado para siempre.

—¿En qué piensas, Riley? —preguntó Val, acercándose y sentándose junto a ella.

Sonrió y tomó la mano de Val.

—Estoy pensando en todos los momentos que hemos compartido. Desde aquel primer día en el campamento hasta ahora, hemos recorrido un largo camino. Hemos enfrentado tantos desafíos, pero también hemos tenido tantas alegrías. Estoy agradecida por cada momento, por cada risa, por cada lágrima. Y, sobre todo, estoy agradecida por ti — respondi, apretando la mano de Val.

**Desde la perspectiva de Val:**

Miró a Riley con amor y admiración. Cada día con Riley había sido un regalo, y estaba agradecida por cada instante que habían compartido.

Mi amor por Riley había crecido y se había fortalecido con cada experiencia que habían vivido juntos.

—Riley, yo también estoy agradecida por ti. Has sido mi roca, mi apoyo y mi inspiración. Hemos crecido tanto juntas y hemos logrado cosas increíbles. No puedo imaginar mi vida sin ti —dije, con una sonrisa tierna.

**Desde la perspectiva de mi:**

Ambas habían tenido carreras exitosas en el hockey. Riley había llegado a ser una estrella del equipo nacional, ganando múltiples campeonatos y siendo una inspiración para muchas jóvenes jugadoras.

Val, por su parte, había retomado su carrera con renovada energía, convirtiéndose en una de las entrenadoras más respetadas y queridas en el mundo del hockey.

—¿Recuerdas cuando ganaste tu primer campeonato con el equipo nacional? Estaba tan orgullosa de ti. Te veías tan feliz y radiante —dijo Val, recordando uno de los momentos más felices de su vida.

—Sí, y tú estabas allí, apoyándome en cada paso. No podría haberlo logrado sin ti. Tu amor y tu apoyo me dieron la fuerza para seguir adelante —respondió Riley, sintiendo una oleada de gratitud.

Pero no todo había sido hockey. Riley y Val también habían creado una vida juntos, llena de momentos pequeños y significativos que habían cimentado su relación.

Recordaban las noches de películas, los paseos por el parque, las cenas en su restaurante favorito y las largas conversaciones bajo las estrellas.

—Recuerdo aquella noche en la playa, cuando hablamos sobre nuestros sueños y miedos. Sentí que en ese momento, nuestras almas se conectaron de una manera profunda —dijo Val, recordando uno de sus momentos más íntimos.

—Sí, esa noche fue mágica. Me di cuenta de que no importa dónde estemos o lo que enfrentemos, siempre estaremos juntas —respondió Riley, con lágrimas de felicidad en sus ojos.

Uno de los momentos más especiales había sido su boda.

Fue un día lleno de amor, risas y lágrimas de felicidad. Sus amigos y familiares se reunieron para celebrar su amor, y cada detalle del día había sido perfecto.

El recuerdo de caminar por el pasillo hacia Val, de decir sus votos y de compartir su primer baile como esposas seguía siendo uno de los más queridos para ambas.

—Nuestro primer baile fue como un sueño. Me sentí tan conectada contigo, como si el tiempo se hubiera detenido —dijo Val, recordando su boda con una sonrisa.

—Sí, y cuando dijimos nuestros votos, supe que estábamos destinadas a estar juntas. Fue el comienzo de nuestra vida juntas, y cada día desde entonces ha sido un regalo —respondió Riley, besando suavemente a Val.

A medida que los años pasaron, Riley y Val comenzaron a hablar sobre formar una familia.

Decidieron adoptar, y pronto dieron la bienvenida a una niña a sus vidas.

Ella se convirtió en el centro de su mundo, trayendo una nueva dimensión de amor y alegría a su hogar.

—Ella ha traído tanta felicidad a nuestras vidas. Verla crecer y descubrir el mundo ha sido una de las mayores bendiciones —dijo Val, mientras observaban a su hija jugar en el jardín.

—Sí, y es maravilloso ver cómo se parece a nosotras en muchos aspectos. Tiene tu determinación y mi curiosidad. Estoy tan agradecida por nuestra pequeña familia —respondió Riley, sintiéndose llena de amor.

Mientras el sol se ponía, Riley y Val se quedaron en silencio, disfrutando de la compañía del otro y de los sonidos tranquilos de la tarde.

Sabían que el futuro aún les deparaba muchos desafíos y alegrías, pero también sabían que, juntas, podían enfrentar cualquier cosa.

—El futuro es un camino lleno de posibilidades. No sé qué nos depara, pero sé que mientras estemos juntas, podremos superar cualquier cosa —dijo Val, mirando a Riley con amor.

—Estoy de acuerdo. No importa lo que venga, siempre te tendré a mi lado. Nuestro amor es fuerte y duradero, y eso es lo que importa —respondió Riley, sintiendo una paz profunda.

**Un legado de amor y esperanza:**

Riley y Val sabían que su historia era una de amor, perseverancia y esperanza.

Habían demostrado que, con amor y apoyo mutuo, podían superar cualquier obstáculo y lograr cualquier sueño.

Su vida juntos era un testimonio de la fuerza del amor verdadero y del poder de la dedicación y el compromiso.

Y así, mientras la noche caía, Riley y Val se abrazaron, mirando el cielo estrellado y sintiéndose agradecidas por el viaje que habían compartido y por el amor que las había guiado en cada paso del camino.

Sabían que, sin importar lo que trajera el futuro, siempre tendrían su amor y su compromiso mutuo para guiarlos.

En ese momento, Riley susurró:

—Gracias por ser mi compañera, mi amiga y mi amor. Eres mi todo, Val.

Val sonrió y respondió:

—Y tú eres mi todo, Riley. Juntas, para siempre.

Con el corazón lleno de amor y esperanza, Riley y Val se quedaron allí, disfrutando del momento y mirando hacia el futuro con confianza y alegría, sabiendo que su amor les daría la fuerza para enfrentar cualquier cosa que la vida les trajera.

~~~~~ Fin ~~~~~

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Amor en la Pista de Hielo // Riley Anderson x Val Ortiz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora