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Era una hermosa mañana. La primavera cubría la cabaña de los Lecter-Graham. Hannibal tenía su sueño reparador, el mayor dormía pacíficamente con el aroma a robles y pinos, junto al suave ruido del río fluyendo... sin ruidos de Will o Abigail y el olor de la madera quemándose.

Hannibal exhaló relajado... sin ruido... sin... ¿¡SIN RUIDO!? ¿¡MADERA QUEMÁNDOSE!? Hannibal se levantó de golpe al recordar que la chimenea ya no estaba siendo utilizada. En su fina pijama de seda corrió abajo, donde Abigail y Will estaban en la cocina cubiertos de harina. El sartén soltaba un humo negro mientras Abigail sostenía un traste con una mezcla de harina, chispas de colores y cáscaras de huevo que no fueron removidas exitosamente.

Will sonrió nervioso y escondió la espátula tras su espalda, sus rizos llenos de masa y harina, y portaba un delantal hecho a mano por Abigail, que claro, eran pedazos del traje de Hannibal.

—¡Dios, qué están haciendo! ¡Pudieron incendiar la casa o peor, pudieron morir! —alterado, el mayor agarró a Will de los hombros.

—Tranquilo, amor, hay una buena explicación —dijo Will, apagando la estufa y sacando un hotcake, o algo parecido, muy quemado, para ponerlo con los otros que igual no tenían buen aspecto.

Will y Abigail dijeron al unísono —¡Feliz cumpleaños!—

Hannibal sonrió un poco, o lo mejor que pudo, al ver el desayuno ya no tan sorpresa. ¿Oh Dios, eso era un cabello? —G-gracias, mis amores... p-pero es algo temprano para comer dulce...— trató de evitar una intoxicación.

—Te dije que no le gustaría... —Abigail bajó la mirada triste, y también Will, abrazando a la menor.

—Ya, mi dulce Aby —consoló el de rizos, mirando al suelo también.

Hannibal suspiró y dejó de lado cualquier prejuicio, tomó el plato de hotcakes y les puso algo de miel. Siendo observado por Will y Abigail, comió un bocado.

—Mmh... d-deliciosos. Gracias por esto, Abigail y Will, en verdad fue un hermoso gesto... —sonrió y acarició la mejilla de la niña y le dio un beso a Will.

—Entonces, termínalos, papá Hannibal —dijo emocionada la menor.

Hannibal tragó como pudo, tratando de no masticar mucho, pero terminó la comida que con tanto esfuerzo ambos hicieron.

—¡Bien! Ahora, amor, tú relájate. Abigail y yo haremos toda la comida por ti hoy —sonrió Will.

—¡No! Digo, n-no, es mi cumpleaños, querido, es mejor pasarlo hoy con ustedes... vayamos al pueblo a comprar y comer un helado —sonrió y besó la frente de Will.

Will sonrió y cargó a Abigail para ir a cambiarse ambos mientras Hannibal miraba el desastre en la cocina, suspirando resignado para subir también a cambiarse.

El resto del día fue tranquilo. Will y Abigail comieron helados y chucherías, mientras Hannibal se limitó al helado. Fueron a un pequeño show de marionetas donde Will estaba fascinado con el show, mientras Abigail se quedó dormida entre las sillas.

Hannibal cargaba a la niña mientras caminaba junto a Will, quien aún seguía hablando del show de marionetas. La pareja volvió a casa donde Will fue a acostar a Abigail junto a él para quedarse dormido.

Hannibal suspiró y puso manos a la obra. Tiró el sartén que ya no servía pues estaba quemado, limpió los trastes donde Will y Abigail hicieron el desayuno, pasó buena parte de la noche limpiando la cocina y luego lo demás, pues había harina donde no debía.

Si no fuera por el teléfono que sonó, Hannibal alzó el teléfono y contestó —¿Diga?

—Hola, Hannibal... Feliz cumpleaños, aunque sé que odias celebrarlo —dijo una voz conocida para él. Sonrió un poco.

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⏰ Última actualización: Jun 30 ⏰

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