Casi tres años sin vernos, por mi parte llena de preguntas, imaginando mil historias. Casi tres años sin escuchar su voz, y de repente, ahí estaba, iluminada por un reflector frente a miles de personas. Mónica sonreía y a mí se me desmoronaban los cimientos.Quise correr y treparme al escenario, besarla y contarle al mundo que aún la amo. Pero no estaba en una película ni en un libro de amor, era la vida real y no sé lo que ella siente ni yo. No podía simplemente pretender que todo estaba bien cuando hacía tres años que desaparecimos de la vida de la otra.
Me encontraba en un limbo, podía jugar a ganar o perder sin jugar ¿Dónde quedó aquella valiente Vanesa? Parece que mientras Mónica sea el objetivo, aún hay algunos obstáculos propios que debo pasar.
Me disculpé un momento con los compañeros de la mesa y me dirigí al servicio. Había pasado por peores momentos de ansiedad, pero necesitaba respirar otro aire y alejarme un poco de la gente.
Que iba a quedarme en la fiesta estaba claro, pero de pronto la pregunta ¿voy a ser capaz de acercarme a Mónica? se convirtió en ¿por qué razón me acercaría a Mónica si se ve bien acompañada? cuando de camino al servicio la vi aparecer entre bambalinas y tirarse a los brazos de una mujer. A ella no la había visto nunca, y Mónica se veía demasiado contenta.
Sonreí amargamente. "Otra vez llegando tarde, Vanesa" -me dije a mí misma. Antes de seguir mi camino, la miré por última vez desde la distancia, pero resulta que también estaba mirándome por encima del hombro de aquella mujer. Quise desaparecer, me sentí una idiota. Había perdido totalmente la dignidad sin haber hecho ningún movimiento.
Me giré repentinamente e hice de cuenta que nada había pasado. Abrí la puerta del baño y me apoyé bruscamente contra la pared. No podía identificar una sola emoción, era una mezcla de celos, enojo, felicidad por ella; quizás encontró al amor de su vida y le está dando la seguridad que yo no pude; seguro es feliz a su lado y no quiere volverme a ver. Me sentí abatida, y por primera vez en mucho tiempo, incompleta. Como si algo hubiera cerrado de golpe una puerta, como si el "algún día" de volver a intentarlo con Mónica se hubiera esfumado de repente.
Capaz es momento de dejar ir, de seguir por mi ruta y quedarme con lo que fuimos...
Ya no había más nada que hacer. Saqué mi móvil del bolsillo y estaba por enviarle un mensaje a Ana para avisarle que nos íbamos a casa, cuando de repente alguien entró al servicio y tuve que dejar todo el mundo de lado, hasta mi vida.
—Hola.
Otra vez su voz, pero ahora me hablaba sólo a mí y a algunos centímetros de mi cuerpo. No pude evitar repasarla de pies a cabeza, el vestido le quedaba increíble.
—Hola, Mónica –sonreí sin saber qué más decir.
Dio un paso y acortó la distancia, ¿qué debía hacer? Hasta saludarla con dos besos me parecía atrevido.
—¿Cómo estás? No sabía que vendrías.
—Estoy bien, ¿y tú? Tampoco sabía que vendrías, creí que estabas... –por impulso,casi suelto algo que iba a delatarme, y ella frunció el entrecejo fingiendo indiferencia. —Por cierto, felicidades por el premio.
Acaso, ¿sabrá que vi su story de Instagram en Holbox?
–Gracias. –solo sonrió, no respondió a mi pregunta y se dirigió a uno de los cubículos, pero antes de abrir la puerta se volteó y volvió a hablar. —¿Te quedas en la fiesta?