Llegamos a la casa de Vanesa y volví a sentirme extraña. Me daba la sensación de que este reencuentro conllevaría recordar el pasado cada vez que hagamos algo juntas. Fueron muchos años, muchas primeras veces, muchos sueños cumplidos y otros que quedaron pendientes, historias mal contadas por la gente, besos escondidos y manos delicadas. Fuimos todo eso y más, no podía olvidarlo.No estaba satisfecha con la conversación que tuvimos en el coche. Ella veía al vínculo como una simple amistad y yo estaba reencontrándonos nuevamente, al menos eso dio a entender. Quería preguntárselo, tenía un "dime qué es lo que quieres de mí"en la punta de la lengua, pero tenía miedo de soltarlo.
Aunque tampoco me cuadraba que me besara el otro día, ¿por qué lo hizo? Quizás solo me quedaba averiguarlo por mi cuenta, quizás sólo tenía que seguirle el juego.
Me senté en su sofá y me dispuse a abrir la caja de pizza que compramos minutos antes. Vanesa desapareció por el pasillo, así que también gané tiempo y descorché la botella de vino. Regresó segundos después con otra ropa. Vestía unos shorts de pijama, una camiseta de tirantes y su pelo recogido en una coleta.
—¿Quieres cambiarte de ropa? Puedes coger algo cómodo del armario –dijo al sentarse a mi derecha.
Subió sus piernas desnudas el sofá y puede ser que me perdiera un poco en ellas, porque enseguida carraspeó haciéndome desviar la mirada de allí.
—No, tranquila. No me quedaré mucho rato –intenté disimular y le alcancé uno de los platos con su respectiva porción de pizza.
—¿Tienes trabajo mañana? –preguntó antes de morder un trozo.
—No, pero es martes y seguro tendrás algo que hacer...
—Hasta el viernes estoy libre.
Me contó que retomaría algunos conciertos y el próximo sábado tenía que viajar, luego no sabía muy bien cuándo regresaría a la ciudad. También dijo que está trabajando en un disco nuevo, pasa mucho tiempo en el estudio y está metida de lleno en su carrera. Pensé en Mónica del pasado, no sería capaz de llevar una relación con tanta distancia y viajes de por medio ¿Sería capaz la Mónica del presente?
Acabamos de cenar entre risas, las charlas rondaban por temas que no imaginábamos. Teníamos pendientes y nos pusimos al corriente.
—Ah, ahora que lo recuerdo –cambió de tema, se paró del sofá y caminó hacia una estantería llena de libros, en una esquina estaba mi premio —Tengo algo que te pertenece...
—Era hora, Martín –sonreí en broma antes de cogerlo. —Siento que pasó una eternidad desde este día –murmuré y ella volvió a su sitio.
—¿Sabes? Decidí ir al evento esa misma noche, no tenía muchas ganas.
—¿Y qué te empujó a ir? –pregunté bebiendo de mi copa.
—La verdad no lo sé, pero si no hubiera ido no estaríamos aquí hoy.
—¿Te arrepientes?
—¿Qué dices? –rió y me dió un pequeño empujón en el hombro —No me caes muy bien, pero no me disgusta esto –dijo con ironía —Comemos rico, nos tomamos un vinito, nos reímos un rato... Nada mal
—¿Te caigo mal? Creo recordar que has dicho que te gusta pasar tiempo conmigo.
—Y tú has estado oyendo Que se entere Madrid en el coche –devolvió —¿Has venido por mí, Carrillo?
—Estás un poco confundida, somos amigas según tú –alcé mis cejas.
Sabía que no podía seguir mucho rato con esa idea dentro. En broma o en serio, iba a traerlo a la conversación, y agradecí que llegamos sin tener que esforzarme demasiado.