Mónica
No recordaba amanecer con este nivel de resaca desde mi adolescencia. Quería pasar el resto del día en cama y, en lo posible, desaparecer de la tierra. Pero eso no iba a pasar. En menos de dos horas tenía que estar de camino a las grabaciones de Pienso, luego actúo, y continuar la vida recordando la noche anterior.
Lo correcto sería decir que me arrepiento de mi comportamiento, pero no. Estaba de acuerdo con cada una de las palabras que solté ¿Podría haberme ahorrado el papelón delante de Vanesa? Sí. Pero sucedió, sin más, y ahora solo tocaba fingir que haberla visto no me removió por dentro.
Lo último que sabía de ella era que estaba saliendo con una de sus amigas y que me había enviado un saludo con Maje y mi hermano la noche de San Juan. Tampoco me interesaba saber mucho más. Ella estaba perfecta en su camino, y yo, intentaba estar bien por el mío.
No quería escarbar la herida, tampoco darle rienda a la impulsividad. Nunca fui de reproches ni enfados sin sentido, pero no pude evitar sentirme incompleta e imaginar que alguien más tocó su cuerpo cuando la volví a ver, después de tres años, frente a mí.
Me extrañó su madurez y como supo conservar la calma. Esa noche me dejó en casa como quien cuida de lo que tiene, pero en esta ocasión, ni ella me tiene a mí ni yo a ella. Y no fue más que un simple gesto de cortesía.
Su último mensaje no podía malinterpretarse, estaba lleno de intenciones y no sabía qué responder. Me encontraba en un limbo entre ignorar y fingir desinterés o poner las cartas sobre la mesa y darle otra oportunidad a los sentimientos.
Muchas noches pensé en ella. En cómo estaría. En volver a tomarnos un café. En su familia. En su música. En enviarle un mensaje. Aunque no me correspondiera, ella ya estaba con alguien más. Pero anoche cuando volví a ver sus ojos... me culpé por no haberlos buscado antes.
No había mucho que dudar. Nos conocemos lo suficiente como para saber que toda la vida seremos ella y yo. Recordé con nostalgia la vez que Vanesa llego a nuestra casa con un cuadro que ponía "Tú y Yo". Ella dijo que era la primera decoración de nuestro hogar y no podía ser cualquier cosa. Aún lo conservo, también a su promesa.
Si bien cada una pudo rehacer su vida, al menos yo, siempre supe que nos quedaba una próxima vez. Cuando nos despedimos sabía de sobra que el tiempo que nos separaría serviría de aprendizaje y fortaleza para cuando la vida quisiera volvernos a poner delante. El día que me fui de casa, guardé mis libros, mi ropa y las segundas oportunidades para algún día.
¿Y si estos tres años fueron suficientes? ¿Y si es momento de hacerle caso al corazón?
No quería hacerme ilusiones ni darle tanta importancia. Aceptar que estaba otra vez en el juego, también implica ser consciente de que puedo volver a caer del precipicio. Continuaría la vida como hasta entonces y si tenía que jugar, jugaría.
Bloqueé el móvil y comencé a alistarme para el trabajo. Desayuné, me duché, me vestí y puse el coche en dirección al estudio. Para el episodio del día tendríamos a una invitada que, más que amiga, podría decir familia. Habíamos invitado a Carol para hablar de redes sociales y algunos temas que nos implican a todos como sociedad. Sabía, y no me equivocaba, que nos divertiríamos. Fueron casi dos horas de risas, debatir ideas desde el respeto y el sentido del humor. Todos quedamos satisfechos con el resultado.
Invité a Carol a tomar un café luego del programa. Ella advirtió que no podía quedarse mucho rato, ya que en la noche tenía un evento al que asistiría como presentadora. Enseguida nos subimos a mi coche y nos dirigimos a una cafetería que solemos visitar. Hablamos de nuestras cosas, pero había algo que andaba rondando mi cabeza y quería contarle, aunque tuviera que aguantarme las bromas de después. No sabía cómo recuperar el tema, ya que habíamos hablado del evento de Los 40 y preguntó cómo me fue apenas nos vimos. Hasta que nombró a alguien que me desestabilizó.
—De hecho, ¿sabes que Vanesa también está invitada hoy?
–¿Qué Vanesa? –intenté mantener la compostura.
—Tu ex. –alzó las cejas y tomó un sorbo de café. Para mi fortuna disimulé bastante bien que casi me atraganto con el mío.
—Ah... ¿y por qué debería saber yo qué hace y que no hace Vanesa?
Carol sonrió divertida. Sabía que se traía algo entre las manos.
—No te hagas la tonta. –entrecerró sus ojos. —¿Qué no tienes Twitter ahora?
—No sé de qué me hablas. –me ganó el pudor y mis mejillas se tornaron rosas delatándome.
Si sabía de lo que hablaba. Sabía lo que decían en Twitter y sabía en primera persona lo que había pasado esa noche.
—Vale. Ya te has puesto roja. –soltó una carcajada de las suyas. —No te molesto más, además hoy la veo y le puedo preguntar directamente a ella.
—Carolina. –la fulminé con la mirada. —Supongo que no me queda otra que contártelo. –suspiré.
Le conté con lujo de detalles lo que pasó. Traté de suavizar algunos comentarios de mi parte que no me dejarían muy bien parada, como por ejemplo, la parte en que la invité indirectamente a quedarse en casa. Lo evité por mi bienestar y por no tener que soportar que Carol me moleste hasta el día en que me muera. Le mostré desde el inicio de WhatsApp el último mensaje de Vanesa y mi amiga me aconsejó que debía responderlo, que no podía simplemente ignorarla cuando ella había sido muy amable conmigo aquella noche.
—No sé si puedo tomar en serio un consejo de una persona que nos shippeaba en Twitter.
Reímos. Muchas veces, mi relación con Vanesa había sido tema de conversación entre nosotras. Carol preguntaba y yo respondía lo justo y necesario.
Intercambiamos algunas palabras más y salimos de la cafetería. Ofrecí dejarla en su casa, ya que no estábamos muy lejos de ahí, y aceptó. Dimos por zanjado el tema de la noche anterior y me prometió que no mencionaría nada al respecto si veía a Vanesa en el evento. El viaje lo pasamos en paz hasta que aparqué en la puerta de su edificio y volvió a hablar.
—Dejen las tonterías de lado y hagan felices a las bolleras de Twitter. Primero que las frecuencias, ahora que los mensajes. Si se gustan, deberían liarse. –susurró esto último y bajó del coche sin más.
🌷.