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Tres semanas habían pasado desde la última vez que hablé con Ana de aquel tema. Lo habíamos dado por zanjado dentro del coche en ese mismo instante, aunque en mi cabeza siguió resonando a diario.

Estaba en Málaga, a punto de salir de casa para encontrarme con mis amigas en la playa. Era la noche de San Juan, y como cada año, cenamos juntas en el chiringuito de siempre. Decidí no alistarme demasiado, ya que, es costumbre acabar la noche dentro del mar. La mejor elección fue el bikini y por encima un vestido blanco de tirantes. Ni tan elegante ni tan sencillo.

No quería coger el coche, así que comencé a caminar por las calles de Marbella. No estaba tan lejos del punto de encuentro, y además me gusta caminar por las esquinas que me vieron crecer. El olor a mar empezaba a mezclarse con el olor a verano. Todo me recordó a mi infancia y a los viajes improvisados con Mónica.

Mónica, otra vez... ¿Habrá vuelto a Málaga luego de aquello?

Sonreí como una tonta al darme cuenta de lo que estaba pensando. Claro que pudo haber regresado, su vida continuó sin mí. Claro que pudo haber ido a aquellos lugares que eran nuestros. Claro que pudo haber hecho ese viaje que nunca hicimos y también pudo haber cenado en el restaurante que alguna vez dijimos.

¿En qué momento permití que esto me afectara de nuevo, si ya lo creía superado?

Cerré los ojos con fuerza, solté un suspiro y continué mi camino. Me tomé una selfie para compartir luego en historias, también capturé la luna, esa noche estaba especialmente linda. Tomé la calle que da al chiringuito y cuando estaba a algunos metros de llegar, visualicé a mi hermano Francis en la entrada hablando con una pareja. De lejos no los reconocía, aunque él me parecía muy familiar, y ella...

—¿Maje?

—Ey, Vanesa. –su expresión sorprendida indicaba que no esperaba verme. —¡Qué bonito verte!

Me acerqué a ella y nos abrazamos. La he extrañado, no iba a negarlo. Durante todos los años que estuve con Mónica fue muy cercana a nosotras, sin ir más lejos, fue la primera de su familia en enterarse que estábamos juntas.

—Jesús, cuánto tiempo sin verlos ¿Cómo están?

Él también me apretó entre sus brazos. Hacía tres años que no los veía, y tampoco volvimos a hablar luego de... No esperaba este reencuentro con mi ex cuñado y su mujer, pero parece que la vida está empeñada en poner a Mónica en mis pensamientos.

—Nosotros muy bien. Hemos venido a pasar la noche con unos amigos. –habló Maje.

—¿Los niños? –no pude evitarlo. Los conozco desde pequeños y me dolía conformarme con sólo saber de ellos por fotos que compartía su madre en redes. —Bueno, hace mucho no los veo, deben estar más altos que yo. –reímos.

—Lo están. –aseguró Jesús entre risas. —Tú no los ves desde... Bueno, desde la última vez, pero ellos si te ven a ti.

—Hemos ido a tu último concierto en Elche. –interrumpió Maje. —Además sabes que siempre fueron tus fans, nunca han dejado de escucharte.

Agradecí ser de las que no lloran fácilmente y muchísimo menos en público, porque en ese momento hubiera perdido más de una lágrima. Intenté mantener la compostura, tampoco quería mostrarme triste ni vulnerable frente a ellos.

—¿De verdad han ido? Podrían haberme avisado y los hacía pasar al...

—No debíamos, Vane. –me cortó Maje con pena. —No sabíamos nada de ti, mira si no querías vernos o si...

—Sólo no queríamos molestar. –concluyó Jesús.

—Nunca molestarán. Saben que, a pesar de todo, fueron mi familia. A los niños los quiero con locura, nunca molestarían. La próxima por favor sólo avísenme.

Yo volvería - VanicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora