CAPITULO 8

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Becky:

—¡Tus heridas están mucho mejor! —Habla Nam, mientras revisa las vendas de mi espalda.
—Y por el grosor de las líneas creo que no dejarán cicatrices, así que al menos no debes preocuparte por eso. —Acaricia animada mi cabello.

—Gracias. —Respondo antes de que la chica voltee y me entregue otro paquete de analgésicos.

—No me agradezcas, lo hago con gusto. Debes seguir el tratamiento, cuando termines con estas, prometo que ya no habrá más pastillas. ¿está bien?

Asiento y ella sonríe antes de salir de la habitación dejándome sola con la Mujer que casi no me dirige la palabra desde hace días, logrando que cada vez que estamos solos, la tensión en el aire sea casi insostenible. Por lo cual, no puedo evitar lanzarle miradas nerviosas cuando la observo permanecer, recostada en el marco de la ventana, con la vista perdida y pensativa en algún punto entre los arbustos del jardín. Ha pasado una semana desde el día que la encontré en medio de vidrios rotos y muebles destruidos. No hice preguntas, ni ella dio explicaciones. Pero desde ese día, algo ha cambiado. Y aunque mi apego hacia ella ha disminuido un poco, y duermo en mi propia habitación, aún me pone nerviosa e impaciente cuando no está. Especialmente ahora que su actitud hacia mi ha cambiado, y se ha vuelto algo más distante con los días. Es como si a medida que mejorará ella se alejará más. Y creo que ya es momento de pensar en marcharme, he abusado mucho de su hospitalidad. Todos ellos me han ayudado. Han curado mis heridas y me han alimentado. No tengo como pagarles todo lo que han hecho por mi, en especial a Freen que fue quien me rescato.

Observo nuevamente en dirección a la ventana y aparto la mirada a mis pies, cuando ella voltea el rostro en mi dirección, como si sintiera que la estaba observando. La miro por el rabillo del ojo cuando suspira, y su mirada se vuelve un tanto más suave cuando medio me sonríe, aproximándose en mi dirección y luego acuclillándose frente a mí para apartar un mechón de cabello de mi rostro, sin apartar sus ojos de mí. Y como es costumbre, su mirada penetrante y el color tan singular de sus pupilas desiguales, me atrapan dejándome en un estado de hipnosis donde no puedo apartar la mirada de ellos. Pasan algunos instantes, en los cuales puedo ver la duda en su rostro, cuando me mira como si quisiera hablar, pero no encontrara las palabras.

—Becky... se que esto es difícil para ti, pero debo hacerte algunas preguntas. —habla al fin, tras soltar un suspiro, haciendo que me remueva repentinamente incomoda en mi sitio. Aun asi, pero asiento animaldola a que prosiga, porque después de todo lo que ha hecho por mi, deseo complacerla.

Ella me observa dubitativa, por un momento antes de dejar escapar una exhalacion y empezar a hablar.

—¿Puedes decirme quien... te lastimo? ¿Sabes o recuerdas sus nombres?

Entrelazo los dedos de mis manos y paso saliva, forzándome a sostenerle la mirada, cuando varios recuerdos vienen a mi mente. Las distintas manos sobre mí, el sonido del envoltorio de los preservativos, un cinturón... El ardor en mi cuello, las descargas eléctricas, Gruñidos y gemidos, sonrisas perversas... Las imágenes pasan como flashes e incluso, siento como si algo presionara mi garganta cortándome el flujo de aire, haciendo que me estremezca de pronto y lleve la mano a mi cuello, sacudiendo la cabeza nerviosa, cuando las imágenes no desaparecen. El rostro de Freen se contrae cuando aprieta la mandíbula y bufa tomando distancia cuando se pone de pie, alejándose de mí rápidamente y empezando a caminar de un lado a otro. Juraría que la escucho contar números desde adelante hacia atrás, mientras sostiene con su puño algo que cuelga de su cuello, y por un momento cierro los ojos en un débil intento por deshacerme de los recuerdos que me abruman, haciéndome sentir sucia.

La Liberación de la MafiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora