CAPITULO 57

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Becky:

Observo desde un rincón de la habitación todo a mi alrededor, mientras permanezco, sentada sobre el suelo, con la espalda recostada contra la pared. Llevo las rodillas contra mi pecho, mientras las rodeo con mis brazos, sin apartar la mirada de la puerta. Aunque por momentos desvió la mirada con ansiedad, hacia el reloj colgado en una de las paredes.

Ha pasado cerca de una hora desde que desperté, y nadie ha venido, pero sé que él estuvo aquí. Lo sé por la charola con alimentos que descansa sobre la mesa de noche. La observo desde mi sitio y frunzo el ceño, cuando veo el pequeño florero adornado con una margarita, junto al plato con ensalada y un enorme bistec que podría acabar con el hambre de un dinosaurio. Una idea cruza por mi mente mientras observo lo que hay en la mesa y rápidamente me pongo de pie, acercándome a la mesita donde está la comida.

Miro con sorpresa al encontrar el cuchillo metálico junto al plato y sin detenerme a pensar, lo tomo metiéndolo entre mi ropa. Mi mente viaja a los puntos en los que Freen señalo que debía atinar si quería herir de gravedad a una persona. Y suspiro cuando no logro visualizarme haciendo algo como eso, volviéndome consiente de que jamás seré capaz de apuñalar a una persona.《 Supongo que después de todo si soy una cobarde. 》Aparto una lágrima que cae por mi mejilla y sobo mi nariz, cuando vuelvo a sentarme en el mismo lugar, encogiéndome más contra la pared.

Recuerdos amargos vienen a mi mente cuando me veo en la misma situación que años atrás cuando mi padre me vendió. Recuerdo ese día como si hubiese sido ayer... Cuando fueron por mí y lo asustada que estaba. Cuando me dejaron en aquella habitación de hotel completamente sola con aquel hombre que me miraba con morbosidad , con malicia y con el deseo latente de hacerme daño, de acabar con cada parte de mi.

Nunca me había sentido tan vulnerable, tan Acorralada, sin salida, y sin poder hacer nada. A excepción de cuando, mi padre tomaba de mi lo que quería y luego me dejaba sola y encerrada en mi habitación, esperando por el próximo encuentro. Recuerdo la amarga sensación... la forma en la que me sentía, como una oveja a punto de ser sacrificada. Y desde ahí en adelante... todo empeoró cuando Carlos Sandoval me reclamo como su juguete favorito. Su... "muñequita"... En ese momento supe que jamás seria libre. Que estaba condenada.《 "Me perteneces muñequita... nunca podrás escapar de mí, si lo haces... te buscare y te arrastrare nuevamente a mi lado y si algún día no puedo tenerte...nadie lo hará porque te matare. 》Sacudo los pensamientos de mi cabeza y apoyo la barbilla sobre mis rodillas, pero el sonido del cerrojo en la puerta me hace levantar la mirada.

La puerta de la habitación se abre y el hombre que da un paso dentro, aun con su mano sujetando el pomo de la puerta, recorre el lugar con la mirada, hasta que sus ojos se posan en mí, que sigo acurrucada sobre el piso en un rincón de la habitación. Sin levantar la cabeza de mis piernas, lo veo caminar hasta la mesita de noche, sujetando una botella con agua en su mano.

Cuando se detiene, observa los alimentos que siguen intactos en el mismo sitio y suspira antes de que sus hombros caigan con pesadez. Desvió la mirada a la puerta, preguntándome si debería volver a intentarlo. Quizás está vez logre llegar a la salida antes de que me alcance. La última vez no me golpeó ni me hizo daño, pero si vuelvo a intentarlo tal vez si lo haga... pero y si no lo hago, puede que nunca salga de aquí. Tal vez pueda encontrar un teléfono, o escapar por alguna ventana...

—No lo intentes, las puertas tienen cerrojo, y te alcanzaría antes de que logres llegar a las escaleras, lo sabes. —Habla sin voltearse como si acabase de adivinar mis intenciones.

No respondo, sé que por mucho que no quiera creerlo, tiene razón. Asi que solo aprieto más mis brazos rodeando mis piernas, mientras lo veo girarse hacia mí. Sus pasos son firmes y seguros cuando se acerca y se acuclilla frente a mí tembloroso cuerpo. Sus ojos se clavan en los míos y sin saber el motivo le mantengo la mirada. Me recorre el rostro con curiosidad, y su ceño se junta cuando detalla cada centímetro de mi cara, de forma extraña.

La Liberación de la MafiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora