CAPITULO 26

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Freen:

Mensajes

Yo: ¿Novedades?

Heng: Hola, para ti también hermana. Todo sigue igual, el sujeto es muy aburrido, mantiene una rutina diaria, lo mantengo vigilado.

Yo: ¡Bien! Mantenme al tanto cualquier cosa.

Heng: Como digas, ¿cuando regresas?

Levando la mirada hacia la chica en la cocina que sonríe mientras tararea una melodía, y mantiene sus manos sobre el cuchillo cortando fruta en un recipiente, se agacha y extiende un trozo de algo al pastor a su lado que como siempre no se aparta de ella y que aparentemente también se siente cómodo aquí.

Yo: Estoy muy a gusto aquí, aún no lo sé.

Heng: Bien... pero no deberías tardar tanto, tu hermana vendrá a la ciudad pronto.

Mis cejas se alzan hacia arriba, con sorpresa. ¿Aurora en la ciudad?¿ Será que Alex consiguió más información sobre Charly? ¿U ocurrió algo malo? Aurora no ha vuelto a Nueva York desde que se fue a vivir a Italia con Alex, luego de que mi padre decidiera alejarla de los peligros de la organización.

Yo: ¿Aurora esta bien?

Heng: Define bien.

Yo: No juegues conmigo Heng! ¿Qué demonios le paso a mi hermana?

Matt: De verdad que cada día estas más gruñona. No lo sé, ¿esta bien? No tengo idea, la señora Amelia le dijo a Román que viniera a la ciudad a reforzar la seguridad porque Aurora y el imbécil de Alex vendrían, con noticias nuevas. Eso es todo. Pero la señora Amelia se oía muy animada.

No tengo idea de que este tramando mi hermana, pero de esa loca, puedo esperar cualquier cosa, hace años que no pisa la ciudad por lo tanto solo espero que no sean malas noticias.

Yo: Bien, mantenme informada sobre lo que sepas y no olvides lo que dije sobre Logan, hazle saber que si no quiere problemas se mantenga alejado de mi mujer.

Apago el celular y lo dejo sobre la mesa, justo cuando Bec camina hacia mí dejando una bandeja con una amplia variedad de frutas y me extiende uno de los vasos con zumo, se lo recibo y bebo un sorbo, ella me sonríe y trato de disimular la arcada que sube a mi garganta cuando noto que es zumo de naranja.

《Siempre he odiado la naranja》

La recorro con la mirada, aun sostenido el vaso en mi mano, sus ojos brillan, su piel y su cabello se ven radiantes... se ve... feliz. No me atrevo a devolvérselo, así que de un solo trago me lo termino.

Le sonrió tratando de que no note que la bilis sube por mi garganta mientras dejo el vaso sobre la mesa.

—Delicioso, gracias hermosa.—Hablo y ella amplia su sonrisa.

—Woow enserio te gusto, no te preocupes hice más. —Dice y no me da tiempo de reaccionar cuando sale disparada hacia la cocina y aparece sosteniendo una jarra enorme llena del líquido que de solo verlo me revuelve el estómago.

Lo deja sobre la mesa y se voltea en busca del vaso, pero se lo impido cuando mi brazo rodea su cintura, y la atrapo con el jalándola hacia mí, dejándola sentada sobre mis piernas.

—No... —Chilla en medio de risas cuando mis manos se meten debajo de su blusa y comienzo a hacerle cosquillas.

El sonido de su risa es como una dulce melodía para mis oídos, detengo la tortura cuando se encoge tratando de huir y en lugar de eso reparto besos por toda su cara. Sigue riendo, hasta que sus manos sujetan el cabello de mí nunca y sus ojos encuentran los míos, le sostengo la mirada y ella se inclina hacia adelante para besarme, es tan liviana que la muevo, dejándola con la espalda recostada contra el sofá, en tanto sigo recorriendo su boca y acariciando su silueta con una mano mientras con la otra la sostengo de la barbilla con delicadeza. Nuestras lenguas siguen rozándose, mientras ambas nos acariciamos, hasta que me aparto de sus labios para verla, no me canso de observarla, casi no puedo creer que al fin la tengo entre mis brazos.

—Gracias... —Habla de pronto acariciando con sus dedos el contorno de mi rostro.

—¿Gracias? —Pregunto alzando una ceja.

—Es la primera vez que alguien me agradece por un beso. —Digo, pero me cayó de golpe cuando me doy cuenta de la idiotez que acabo de decir, aunque ella no parece molesta.

—Habrían sido muchos agradecimientos. —Responde y entrecierro los ojos observándola.

—¿Te estas burlando de mí? —Inquiero y se ríe.

—Jamás lo haría.—Responde haciéndome sonreir antes de volver a besarla.

—No he tocado a nadie desde el día en que mis ojos se posaron en ti Becky. —Confieso apartándome de sus labios.

Ella me observa con la mirada vidriosa y pasa saliva, apartando la mirada, pero la tomó por la barbilla para que vuelva mirarme.

—¡Te pertenezco desde el día en que te conocí y tú te condenaste conmigo ese mismo día! —Sentencio.

—¿A que te refieres? —Pregunta extrañada y sonrió con malicia antes de besar su cuello y recorrerlo con la punta de mi nariz.

—A lo que me refiero pequeño sol... es que mi advertencia de ayer no fue en vano... debiste correr, porque ahora eres mía, eres mi mujer, y ya no hay marcha atrás.

—Tú mujer... —Susurra y asiento con una sonrisa maliciosa mientras con mis dientes jalo con suavidad la piel de su cuello y su barbilla.

—Exacto... ¡mi mujer! ¡Solo mia! —Repito mientras deslizo mi mano por su vientre, recorriendo la piel de su abdomen con suavidad.

—Tuya...—vuelve a susurrar y asiento nuevamente- mientras mis dedos siguen bajando hasta meterse dentro de sus pantalones.

Aparto el encaje de sus bragas y comienzo a torturar su punto más sensible mientras beso su cuello. Su cálida humedad empapa mis dedos, mientras acaricio sus pliegues abriéndome espacio con los dedos cuando introduzco dos de ellos en su interior y con mi pulgar masajeo su clítoris poniéndola a temblar y gemir inmediatamente.

Darle placer y enseñarle lo que se siente ser venerada y complacida es lo que me llena de placer a mí, escucharla gemir mi nombre, temblar bajo mi toque, bajo mis caricias, sabiendo que soy yo la única que pude tenerla así... no se compara con nada que jamás haya experimentado. No mentía cuando dije que no he tocado a nadie desde que la conocí, a decir verdad, el contacto con las personas no es algo que me satisfaga tanto y si bien no era una virgen ni una santa cuando la conocí a ella, la realidad es que desde que mis ojos se encontraron con los suyos, nadie más me ha interesado.

Mi meta en la vida solo era encontrarla, incluso si tenía que destruir toda la puta ciudad, lo que nunca imagine que ella llegaría a mí por su propia cuenta, y solo lamento no haberla encontrado antes, nunca dejare de pensar en que de haberlo hecho... ella no habría sufrido tanto.

—Dios santo... sí. —Jadea y atrapo sus labios con los míos sin dejar de penetrar su linda Vagina con mis dedos.

Su cuerpo comienza a temblar y me acerco a su oído para susurrarle.

—Di a quien le perteneces Becky. Di mi nombre... —Exijo.

Gime y jadea en medio de temblores mientras incremento la velocidad de mis caricias en su centro, ella gime y echa la cabeza para atrás.

—Tuya... —Susurra con voz entre cortada.

—Dilo más alto, no te escucho, ¿a quien le perteneces Becky? ¿Quién es tu Mujer?

—Freen... tu eres mi dueña, soy tuya.—gime y siento como sus paredes aprietan mis dedos con el orgasmo que se aproxima, vuelvo a penetrarla sin dejar de masajear su clítoris mientras mis labios recorren la piel de su cuello y su barbilla, atrapo sus labios con los míos mordiéndolos y jalando uno de ellos con mis dientes.

—Eso es... ¡solo mía! Toda tu eres mía y yo soy tuya. —Hablo contra sus labios sin dejar de masturbarla.

Un fuerte gemido se le escapa y sonrió cuando saco mis dedos de ella y los llevo a mi boca saboreando los restos de su orgasmo, bajo su atenta mirada cargada de lujuria. Lamo mis dedos, saboreando hasta la última gota sin apartar la mirada de ella.

—Mi bebida favorita...—Afirmo con una sonrisa satisfactoria.

—¿Mas que el zumo de naranja? —Pregunta y mi sonrisa se ensancha.

—Definitivamente mucho más que el zumo de naranja Becky.

La Liberación de la MafiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora