CAPITULO 52

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MARATON 1/?

Freen:

Mis labios recorren con lentitud su suave piel, mientras deslizo mis labios por su espalda, dejando un camino de besos húmedos, que descienden hasta su espalda baja. Mis manos recorren su cintura y la giro con lentitud sin dejar de besar y acariciar su piel con mi boca, cuando comienzo a besar su abdomen deslizándome por sus costillas y subiendo en medio de sus senos, hasta su cuello.

Muerdo la suave piel de su barbilla y ella echa la cabeza hacia atrás, dejando al descubierto su cuello, donde deslizo mis labios y luego mi lengua, haciendo que gima y tiemble cuando mi aliento cálido la golpea y muerdo el lóbulo de su oreja.

—Tan... dulce...—Susurro sobre su oído mientras mis dedos se entrelazando con los suyos sujetando sus manos sobre su cabeza.—Tan bella... y tan mía...—Susurro mordisqueando su barbilla.

—Freen... —Jadea y sonrió, mientras mis labios recorren su delicado cuello.

—Eso es... di mi nombre mi sol... —vuelvo a morder su piel sensible jalándola con delicadeza provocando que tiemble, mientras con mis piernas separo las suyas acomodándome entre ellas.—Di mi nombre Becky... —Pido rozando con mis dedos su humedad.

—Dios...—gime cuando uno de mis dedos presiona su clítoris, antes de seguir, deslizándose desde adelante hacia atrás y viceversa, rozando su punto sensible.

—Freen...—Vuelve a gemir y sonrió antes de apoderarse de sus labios con los míos y hundir dos dedos en su interior sin dejar de masajear en círculos su pequeño y sensible botón, poniéndola a gemir contra mis labios mientras sus caderas se balancean en busca de más.

Gruño contra sus labios cuando muerde mi boca y quito mis dedos separando sus piernas, antes de deslizarme dentro de ella, que gime y entierra sus uñas en mi piel, lo cual solo me pone más dura, haciendo que comience a embestirla una y otra vez, balanceando mis caderas que chocan con la suyas cuando la penetro mas duro, sintiendo como se tensa y se retuerce de placer con cada choque de mi cuerpo contra el suyo.

Mi boca no suelta la suya ni un instante, y sus piernas se envuelven en mi cintura, dándome más profundidad cuando levanto una de ellas, flexionándola hacia arriba y acariciando sus muslos. Tiembla bajo mi toque y mis caricias, pero en esta ocasión, no es por miedo, no hay temor en sus ojos ni en la mirada brillante que se posa sobre mis ojos mientras no dejo de meterme entre sus piernas una y otra vez.

El sudor recorre su rostro, su piel está roja y sus labios húmedos al igual que su cabello, pero nada importa, no cuando la tengo así, debajo de mi gimiendo con desespero mi nombre sin apartar sus ojos de los míos con cada embestida que solo le reafirma que es mía. Su cuerpo tiembla y cierra los ojos enterrando su rostro en mi cuello cuando siento que se corre, arrastrándome con ella cuando gime contra mi oído antes de morder mi cuello con suavidad.

Horas mas tarde..

Ajusto el arma en mi cinturón detrás de mi espalda, y meto una navaja en el pequeño cinturón que rodea mi tobillo, solo por si acaso. Tomo el bolso de debajo de la cama y lo pongo encima, sacando alguna cosas más y solo por si acaso guardo una granada en el bolsillo de mi chaqueta.

—¿Enserió es necesario que lleves eso? —Señala Becky que aparece desde la puerta del baño y me giro para verla.

Lleva unos pantalones negros que se ajustan a sus caderas y una blusa de tirantes plateada de tiras. Los tacones la hacen ver más alta de lo que es y el cabello que recae a un lado de su hombro, le dan ese aspecto de niña característico de ella. Se ve hermosa.

—Ahora que te veo... quizás deba llevar más de una. —Digo y ella baja la mirada tratando de verse a sí misma.

—¿Es mucho verdad? Me cambiare. —Dice y se voltea, pero la sujeto por la cintura deteniéndola.

La Liberación de la MafiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora