capitulo 5: that's why people don't like you

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Max Verstappen

Fue raro no ver a Clara merodeando por el garaje el jueves, pero el viernes fue cuando realmente me empecé a preocupar.

La chica no había aparecido en todo el fin de semana, y eso no era propio de ella. Normalmente estaba por Ferrari, pegada al culo de Charles (me daba igual lo que dijese en la fiesta, seguía sin gustarme lo que se traían esos dos) o en McLaren con Lando.

Me gustaría decir que no había paseado de forma más habitual por delante de esos garajes, con la esperanza de verlas, pero estaría mintiendo. Lo peor es que siempre me encontraba con lo mismo: absolutamente nada.

La pelirroja parecía haber desaparecido sin haber dejado rastro, y me sentía.... ¿Decepcionado? ¿Dolido? No sé cómo definir a esta emoción, pero definitivamente no me gustaba.

Incluso no me estaban importando los malos resultados, que por primera vez, había una posibilidad de que se hubiesen visto afectados  por lo distraído que estaba. Incluso acabé en la grava en una ocasión por olvidarme de girar.

Era un puto desastre. Y todo por una jodida pelirroja de bote insoportable que no hacía más que decir gilipolleces por la boca.

¿Qué cojones me pasaba? ¿Por qué había conducido como un loco arriesgándome a una buena multa por exceso de velocidad en cuanto Rhys me habló diciendo que Clara necesitaba ayuda? Joder, mañana era día de carrera, tendría que estar ya en cama y no delante de la puerta de la hija de mi jefe, hablando animadamente con su... ¿Guardaespaldas?

—Agradezco enormemente que esta chica haya empezado a llevarse bien con alguien... No podía dejarla sola, porque incluso moribunda se escaparía, especialmente si se lo pongo tan fá...

—¿Moribunda?—Mis ojos se abrieron como platos

—B-Bueno, más bien...

No le dejé acabar la frase antes de abrir la puerta con rapidez, cerrándola detrás de mí. La habitación estaba prácticamente a oscuras, excepto una pequeña luz blanca intermitente que llevaba al salón de la suite, donde me encontré...

Una bola. Enorme.

¡Hostia! La puta bola se mueve.

—Por favor dime que traes lo que le pedí a Rhys...—Una voz débil proveniente de la bola me llamó la atención. Resulta que esa cosa era Clara. Envuelta en una manta bastante gorda por todo su cuerpo, incluyendo su cabeza, de lo que solo se veía su cara y unos cuantos mechones rojos desordenados.

—Tú... Estás.... Te ves fatal.—Salió de mi boca antes de poderlo controlar.

—Por eso no le gustas a la gente, Max. Ya lo sé, solamente dame la puta bolsa y vete. Ya me arreglo yo solita.

Inconscientemente me acerqué, tendiéndole la bolsa de plástico que traía conmigo, la cual me arrebató sacando un brazo con rapidez de esa manta enorme.

La verdad que el contenido era bastante variopinto, pero lo comprendí a la perfección cuando un objeto de la lista eran compresas. Eran casi las once de la noche así que tuve que buscar un veinticuatro horas y pasar un buen tiempo mirando esa estantería, antes de rendirme y acabar llamando a la novia de Daniel.

Sabía que Heidi sabría mantener esto en secreto, puesto que si alguien (especialmente su pareja) se enterase de que había tenido que hacer algo así, no lo olvidarían jamás.

—¿No me has oído? Lárgate. No necesito a un gilipollas a mi alrededor ahora mismo.—Me gustaría decir que está más borde que normalmente, pero siempre me ha tratado así. Sin embargo, mi mente estaba en otra cosa.

out of control | max verstappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora