capítulo 6: quid pro quo

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Clara Horner

Cuando pensé que mi querido progenitor me daría un descanso por fin, librándome del hombre que me había acompañado durante el último mes en cuanto pisamos Reino Unido por fin, tuvo que llamarme en medio de una previa.

[El día anterior...]

Me había juntado con mi grupo de amigas después de más de un mes. Por fin teníamos más de una semana libre en la Fórmula 1 y pensaba aprovecharla. Sin Rhys. Sin mi padre. Y sin un neerlandés gruñón demasiado atractivo para su propio bien.

Eran tan solo las siete de la tarde, pero ya había bebido lo suficiente como para sentirme un poco mareada. Es decir: iba en el punto perfecto.

Lo suficientemente sobria como para despertarme mañana totalmente consciente de lo que había hecho, y lo suficientemente borracha como para pasar una buena noche libre de inhibiciones.

Empezamos en una casa, pero no tardamos mucho en salir a la calle en cuanto cayó la noche para seguir con una típica tradición en mi grupo de amigos; una buena carrera de coches.

Me había escapado de mi casa y llegado a Londres en cuestión de horas, y ahora estaba a las afueras, en un lugar donde sé bien que tardarán en encontrarme, si es que tienen interés. Algo que dudo enormemente.

En cualquier caso, estaba ya lista para subirme al coche, sabiendo que iba a ganar. Un par de modificaciones al viejo Audi de mi amigo Luke y podría correr como si fuera un Porsche.

¿Eran esos métodos legales? No realmente, pero nada lo era en este mundillo.

Estaba ya al volante cuando mi móvil empezó a vibrar en mi bolsillo, lanzándoselo a mi copiloto, el verdadero dueño del coche, para evitar molestias.

—¡Clara! Es tu padre, ¿qué hacemos? ¿Y si viene la policía?—Parecía asustado de repente, mientras yo solo miraba a la chica con el pañuelo rojo que debía marcar la salida.

—Si él supiese que estoy aquí, ya hubiese mandado a alguno de sus gorilas. O a las autoridades. Aunque, incluso si llegase, nosotros correríamos más con esto.—Acaricié el volante, antes de ver como por fin la mujer se posicionaba.—Agárrate...

Sonaba calmada. Porque lo estaba. Lo había hecho millones de veces, las apuestas que hacíamos cada vez que participábamos en carreras eran una de las razones por las que, aunque me castigasen, seguía teniendo dinero que gastar.

Mi móvil dejó de sonar justo cuando el pañuelo bajó, haciendo que yo pisase el acelerador. Lástima que no duró demasiado.

La constante melodía me ponía de los nervios, queriendo tirar el móvil por la ventana, pero eso solamente me traería más problemas... Y tener que pagar un dispositivo nuevo también.

—Desbloquéalo.

—¿Qué? Clara, no puedes ponerte a hablar ahora. Vas a casi 200 kilómetros por hora.

—Ya, ya... Desbloquéalo y envíale un mensaje de que lo llamo en unos... Quince minutos.

Él no tardó en hacerme caso, librándonos de la molesta banda sonora que nos había acompañado durante el principio de la carrera. Todo iba bien, el motor trucado, el escape, las conexiones para el combustible...

Podía notarlo, íbamos a ganar. Teníamos que ganar, era el mejor vehículo.

Y así sucedió. Y exactamente como le había prometido a mi colega, podía quedarse con el dinero esta vez. Papá no había hecho de las suyas con mis tarjetas, como mi madre me tenía acostumbrada.

out of control | max verstappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora