capítulo 15: besties

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Clara Horner

Ah, Silverstone. Carrera en casa, lo que quiere decir que tendré que saludarme con todas esas familias que conocía desde que tenía uso de razón y que le proporcionaban dinero a mi padre y a las cuales yo guardo un odio bastante profundo, puede que hasta un poco irracional.

La verdad es que ahora mismo solo deseaba esconderme debajo de una piedra para que nadie me vea.

De hecho, eso lo hice en Austria, sin salir del hotel en toda la semana, después de la vergüenza que supuso lo ocurrido en España y lo mal que me encontraba emocionalmente... ¡Pero ahora soy una mujer nueva! Una más madura y dispuesta a afrontar sus problemas.

O de eso intento convencerme, porque sigo prácticamente huyendo cada vez que veo a Max y evitando cualquier clase de contacto con algún trabajador de Red Bull.

De hecho, me encontré con la estratega de Checo en los baños del hospitality. Salí tan rápido que casi pensé que tal vez no me había ni subido la bragueta, pero tuve suerte... Aunque después de tanto altibajo me lo merecía, supongo. No todo puede ser malo, ¿no? Que se me vea el tanga de color rosa chillón sólo podía ser el colmo de mi desgracia, por eso el mundo decidió redimirse (mínimamente) y concederme esa pequeña victoria.

Sin embargo, Lewis había estado insistiendo durante toda la semana que fuera a animarle en su garaje después de que después de durante mi pequeña borrachera admitiera que había sido fan suya desde siempre. Incluso es posible que usase las palabras:

—A veces deseaba que estuviese en Red Bull para poder verlo, pero al mismo tiempo odiaba esa idea, porque una de las cosas que me encantan de él es esa lealtad ciega que se carga con Toto... Uf, ese sí que es un hombre... Una pena que esté casado... ¿Qué estaba diciendo? Ah sí, ya sé. No le digas nada a Hamilton, ¿sí? Me daría muchísima vergüenza.

O algo parecido. Delante del propio piloto. Es decir, se lo dije a él directamente, creyendo que era otra persona.

Así que desde que supo que había puesto un pie en Reino Unido para el Gran Premio, recibí incontables mensajes suyos, incluso una amenaza de que si no contestaba iba a aparecer en la puerta de mi habitación y echarla abajo. La verdad, estuve dispuesta a seguir ignorándole pero... ¿Habéis visto lo fuerte que está ese tío?

Podía ver perfectamente el trozo de madera en el suelo si no accedía a acompañarle, por lo que acabé accediendo, después de que me dijese que Toto quería hacerme un tour por las instalaciones, y yo soy una mujer débil ante ese hombre, entendedme.

Tras una firma de un acuerdo de confidencialidad en su despacho, me explicó personalmente todas las mejores que traían, e incluso me dejó subir al coche mientras Lewis me sacaba fotos a escondidas en las que claramente se me veía babeando por su jefe, según él.

Admito que salir de mi habitación y hacer algo divertido no fue tan... Terrible, como pensaba. No vi a Gruñón (a quien ya he bautizado oficialmente con ese apodo), ni a mi progenitor, aunque sabía que estaban por allí. Es posible que estuviera demasiado concentrada en Wolff después de todo.

Sin embargo, el jueves durante el día de prensa, no me pude librar de ellos, especialmente porque al británico que me había invitado le tocó la rueda de prensa con Max, y por si eso no fuera suficiente, parece ser que los medios habían avivado las llamas con mi supuesta (que en realidad era verdad) separación de la escudería.

Así que tras negarme unas doce veces a decir nada a nadie, llegué a la habitación donde se hacían las preguntas, tal y como le había prometido a Hamilton, quien pensaba que iba a aprovechar cualquier momento para escaparme de sus garras...

out of control | max verstappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora