Clara Horner
Había llegado el parón de verano. Nada de carreras, nada de olor a goma gastada, nada de miradas inquisitivas, nada de tener que esconderme, y sobretodo, nada de Max.
Nuestro último encuentro aún me tenía confusa, y aunque a la mañana siguiente me había despertado con una resaca horrible que me recordaba a mi época de rebeldía un par de años atrás, recordaba a la perfección cada momento de ese pequeño trayecto en coche.
Sus ojos, tan azules y mirándome a mí, sólo a mí. Su sonrisa, que no tenía nada que ver con la que forzaba en las fotos con fans o con la prensa, era genuina, casi tanto como su risa. Ronca, y que mi mente alcoholizada había creído que era increíblemente atractiva. O al menos intento convencerme de que fue por eso.
Se había quedado en el coche durante no sé cuánto tiempo porque me había dormido, fruto de la adrenalina y posterior angustia en el calabozo, donde tuve que jugar todas mis cartas (literal y figuradamente) para bajar un poco la deuda, sabiendo que Luis necesitaba el dinero. Incluso si después acabó pagando Max, cosa que aún no entiendo.
Me había dejado su chaqueta, la cual aún tengo en mi maleta, ya que no fui capaz de devolvérsela. Y tal vez, en el fondo de mi mente, no quería hacerlo.
Todo eso se repetía en bucle en mi mente, y cada vez que lo hacía traía un sentimiento... Agradable. De una forma que no puedo explicar.
Por supuesto, no podía olvidar su pequeña confesión. Ya no creía que yo era la culpable de su mal rendimiento. No sé por qué, pero oírlo de su boca me quitó un peso inimaginable de los hombros. Me lo había dicho con esa voz tan suave, tan suya, rogándome que le confirmase que no lo había hecho.
Pero realmente no podía hacerlo. No quería, más bien. Estaba harté de ser siempre el centro de atención, de ser el objetivo, de tener que luchar y defenderme de cosas en las que nunca me vería envuelta. Por eso, no lo haría, dejaría que los hechos hablasen por mí.
Al menos, el resto de la parrilla no parecía enterada de la trama de sabotaje que se estaba formando en Red Bull, por lo que mi relación con ellos no se había alterado, puesto que aún estando de vacaciones, me hablaban de vez en cuando. Especialmente Lewis, quien me mandaba aproximadamente unas veinte fotos de Roscoe al día (no me estoy quejando), y Lando.
Supongo que mi padre seguía haciendo lo de siempre, ignorar los problemas esperando que desapareciesen. O que yo los hiciese desaparecer. Era demasiado cobarde como para echarme y sabía que acabaría haciendo el trabajo sucio por él.
Para ser sincera, me encantaría poder contarle al piloto de McLaren todo lo que estaba pasando, pero sabía bien que no podía involucrarle, especialmente cuando ahora se había convertido en competencia directa con la escudería. Ya podía ver los titulares, el acoso de los medios, las fotos, los rumores...
No, definitivamente no podía contárselo.
Pero, ¿sabéis a quién podía meter en mis locuras? Sí, efectivamente, a Luke.
Debido a que había dejado la universidad no tenía a dónde ir, y mi casa desde luego que no era una opción. No me negaban la entrada, pero tampoco era bienvenida, así que la familia Wilson me había acogido durante este mes de descanso.
Ellos nunca me dirían que no a algo así, incluso si sus circunstancias no fuesen las mejores, siempre me darían comida caliente y un techo. Y yo, a cambio, intentaba hacer todo lo que pudiese. Buscaba más carreras para participar, gastaba el poco dinero con el que me quedaba en cosas como pagar la compra o en arreglar el bólido de mi colega.
—¿Estás segura de todo esto?—Luke habló, su mirada fija en el portátil mientras tecleaba.
—Sí, joder. Tiene que haber algo, lo sé, no son tan inteligentes...—Murmuré nerviosa, inconscientemente llevándome las manos a la boca, mordiéndome las uñas.
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out of control | max verstappen
FanfictionDónde Clara Horner siempre fue la hija modelo, la primogénita, la niña de papá, educada, recatada, correcta... Hasta que dejó de serlo. Dónde Christian Horner se ve obligado a llevar a su hija consigo porque su mujer no podía lidiar con ella más. ...