Kagome
Salí del edificio casi sin mirar y frené al primer taxi que se atravesó en mi camino. Al llegar a casa me quité la ropa y me di una larga ducha, tratando de borrar todo rastro de lo vivido la noche anterior.
Todo rastro.
Salí de la ducha y miré con odio la ropa tendida en el suelo.
Descuida, Kikyo es de tu talla.
- ¡Pues dale todo a esa perra, Inuyasha! - tomé sus prendas y las coloqué en el interior de una bolsa de basura. - Tienes más de donde salieron esas, idiota.
Me senté en la pequeña mesa del living, con mi café entre mis manos y me quedé contemplando la nada, a la espera de que la bebida redujera un poco el mal humor.
Inuyasha y Bankotsu son demonios... ¿Cómo es posible que aún existan en este mundo?
Crecí en un templo, por ende la existencia de demonios y engendros había sido parte de mi vida desde pequeña y no, no porque hubiese visto o tenido alguna experiencia con alguno, si no porque las historias que el abuelo nos contaba estaban cargadas de realismo y, en ocasiones, de datos históricos, así como también algunas leyendas.
Leyendas...
- La... leyenda de la Perla de Shikon. - murmuré, dejando mis labios entreabiertos sobre la cerámica fría de la taza.
Inuyasha mencionó algo sobre la Perla, pero... ¿Qué era?.
Cerré mis ojos, apretándolos con fuerza mientras trataba de recordar la historia que me había comentado, la historia de su vida.
- ¡Vamos, Kagome! No puedes haberte olvidado de algo tan importante sólo porque te pusiste celosa.
¿Celosa? ¿Acababa de decir celosa? ¿Estaba admitiendo que estaba celosa?
- ¡No! - me puse de pie. - ¡Yo no estoy celosa de esa tal Kikyo! - grité. - ¡Inuyasha también quiere tener sexo conmigo! ¡No tengo nada que envidiarle a esa mujer!
¡¿Pero que demonios estoy diciendo?!
- Definitivamente perdí la cabeza. - suspiré, sentándome nuevamente y tomando mi móvil.
Rápidamente ingresé al navegador y busqué Leyenda de la Perla de Shikon. Los resultados salieron de inmediato y presioné el primer artículo que apareció. Comencé a leer y los primeros datos, los cuáles hablaban sobre su origen y función, me parecieron irrelevantes, sin embargo, mi móvil casi cayó de mis manos al leer aquel nombre.
- Kahori. - murmuré.
Ese es el mismo nombre de la mujer que Inuyasha mencionó.
El nombre de Kahori estaba remarcado, por lo que al tocarlo una nueva pestaña se abrió.
Mis ojos se dilataron ante aquella imagen que ilustraba el artículo. Por supuesto que se trataba de un retrato hecho por una persona moderna, es decir, no significaba que así hubiese sido ella en realidad, pero el simple hecho de imaginármela de esa manera hacía que comprendiera el porque Inuyasha se pudo haber interesado en ella.
- Es... hermosa. - susurré.
Y realmente lo era. En la ilustración se la veía con una radiante sonrisa, además de unos ojos grises hipnóticos. Estaba vestida con el traje tradicional de la época y sobre su hombro llevaba un arco y unas flechas.
- Kahori... ¿eres la misma mujer de la que Inuyasha se enamoró? En ese caso... ¿Qué sucedió?
Por alguna razón tenía la idea de que era imposible que ellos se hubiesen separado por propia voluntad, mucho más teniendo en cuenta lo que él me había relatado.
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Secreto
Детектив / ТриллерUn inusual regalo de cumpleaños se convertirá en un fogoso encuentro que amenazará con poner de cabeza sus mundos. Un mar de secretos que se interpondrán entre los dos, ¿serán capaces de volver a verse? *Disclaimer: Los personajes no me pertenecen...