Capítulo 28: Época Feudal

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Inuyasha

- ¿Lo viste en la fiesta? - pregunté molesto al recordar su nombre y su rostro.

- Si, también vi que estabas hablando con él.

- Hablando se oye demasiado tranquilo, más bien le estaba advirtiendo que se alejara de Kagome.

- Y lo bien que hiciste, coqueto. - suspiró, sentándose en el sofá. - Magatsuhi está tramando algo, de eso no tengo dudas.

- ¿Qué es lo que sabes? - pregunté, comprendiendo el significado de sus palabras.

- Sango me comentó algo que me inquietó bastante.

- Habla. - mi mirada se endureció. - ¿Qué sucedió con Saoto?

Procedió a comentarme una situación en la que el director del hospital estaba involucrado, al igual que su hija, quien aparentemente fue quien atrajo a Kagome y las demás hacia este proyecto, sin embargo no le dijo el porque o para que.

- Lo último que le dijo fue que su amiga, Ayame, sería la encargada de contarle la historia completa.

- Maldición. - murmuré, pasando la mano por mi cabeza.

¿Acaso no se terminarían jamás los problemas?

- Necesito estar en el momento en el que esa tal Ayame le diga las cosas a Saoto.

- Tranquilo, yo le dije lo mismo y accedió, asique sólo tendremos que aguardar su llamada.

Nos quedamos en silencio unos momentos.

- Miroku. - nos miramos. - ¿Qué crees que está sucediendo?

- No lo se con seguridad pero... estoy seguro de que Magatsuhi está en busca de algo... algo importante.

- ¿Crees que esto puede estar relacionado con el secuestro de Zero?

- No se me había ocurrido pero puede ser... ¿has sabido algo de tu padre?

- No. - y, si debía ser honesto, me había olvidado por completo de él. - Mañana le pregunataré a Sesshomaru si tiene novedades.

- ¿Estas bien?

- ¿Qué? ¿Por qué me preguntas?

- Te conozco... hay algo que te mantiene inquieto, lo veo en tus ojos, de hecho me recuerda a cuando me ocultabas tu decisión.

Inicio del flashback.

- ¡Inuyasha! - gritó, regresándome a la realidad. - ¿Qué demonios te sucede?

- ¿Qué? - lo miré algo confundido.

- ¿Acaso no has escuchado nada de lo que te he dicho?

- Bueno...

- ¿Qué te está pasando? Tú no eres así.

Regresé mis ojos al amplio bosque que se elevaba frente a nosotros y suspiré. Miroku era mi amigo desde que éramos niños y, con toda seguridad, podía decir que se trataba de la persona a la que más confianza le tenía, sin embargo la decisión que había tomado estaba a punto de cambiarlo todo.

- No me sucede nada.

- Quizás creas que puedes ocultarme las cosas pero te conozco lo suficiente como para darme cuenta cuando ese dejo de preocupación se asoma en tus ojos.

- Oye, eso suena raro. - entrecerré mi mirada.

- Ni creas que escaparás con esa tontería. - me apuntó con su cetro. - No hagas que use mis poderes espirituales contigo.

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