Capítulo 6: Ex

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Inuyasha

- Kagome... - gruñí, sintiendo como su lengua subía y bajaba por mi piel sensible. - Maldición... te detesto. - gemí.

- ¿Si? - se elevó, apoyando su boca en mis labios mientras su pierna se enredaba en mi cadera.

Mi boca devoraba la suya con locura, al mismo tiempo en que mi miembro rozaba en sus bragas.

- ¿Me deseas? - preguntó.

- No tienes idea...

La muy descarada colocó su mano en su entrepierna, corriendo su ropa interior y provocando el roce de nuestros sexos, roce que me llevó a la locura.

- Eres una perra. - gruñí, tomándola por el trasero mientras la elevaba y me dirigía hacía el escritorio sin abandonar sus labios. - ¿Quieres que te folle?

- Si te animas.

¿Aún en esa posición se atrevía a desafiarme?

Sonreí y ella apoyó sus manos sobre la madera. Tomé mi miembro y lo apoyé en su entrada, sintiendo la calidez que emanaba.

- ¿Esto es lo que quieres?

- Si. - mordió sus labios, observando aquella escena.

Sólo un mínimo movimiento bastaba para perderme en su interior por completo y hacerla gritar mi nombre, sin embargo, dos golpes secos en la puerta provocaron que me detuviera.

¡¿De verdad alguien iba a venir a interrumpirnos justo en este momento?!

- Kag, ¿puedo pasar?

- ¡Sango! - gritó con más urgencia de la que hubiese sido prudente. - Un momento.

Me empujó y descendió, acomodando su falda y su cabello, el cuál estaba bastante alborotado producto de mi agarre sobre el. Inmediatamente me abotoné el pantalón y apoyé mis manos sobre la mesa, con mi vista clavada en los planos.

- ¡Puedes entrar! - se colocó al otro lado de la mesa. - ¿Qué sucede?

Sango ingresó y pasó la mirada por los dos, quedándose en silencio por unos segundos.

- ¿Interrumpí algo?

- No... no, ¿por qué lo dices?

- ¿La calefacción esta muy fuerte? - la señaló con el bolígrafo que sostenía. - Tus mejillas están rojas.

- ¿Qué? - susurró. - Digo, si... seguro es eso, ¿Qué necesitas?

Sonreí disimuladamente al ver desvanecida toda la seguridad que poseía en el momento en que me había acorralado en la pared.

- Sólo venía a preguntarles si necesitaban ayuda, pero veo que estaban trabajando bien...

- Señorita Saoto. - intervine. - ¿Podría hablar un momento con usted a solas?

- ¿Conmigo?

- ¿Con ella?

- Oh, lo siento Higurashi, pero sólo será un momento.

Me acerqué a Sango, quién me miraba aún sorprendida. La tomé del brazo y salimos afuera. Regresé sobre los mismos pasos que había dado para llegar a la oficina de Kagome y la coloque contra la pared, al mismo tiempo en que mis brazos se apoyaban a cada lado de su rostro.

- ¿Inuyasha?

- Sango, necesito que me hagas un favor. - murmuré.

- ¿Qué? ¿Favor?

- Necesito que me ayudes con Miroku. - se quedó en silencio. - Lo recuerdas, ¿verdad? - asintió, pero no dijo ni una sola palabra. - Ya se, ya se que firmaste un contrato de confidencialidad, pero yo también trabajo ahí y también tengo el mismo contrato, ¿nos delataremos mutuamente?

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