Capítulo 30: Trozos de papel

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Inuyasha

- Bien, llegamos. - pronuncié, observándo la entrada del edificio.

- Muchas gracias por traerme. - me sonrió. - Y te agradezco por dejarme quedar en tu casa anoche.

- No tienes que agradecerme, Kikyo.

- Te llamaré cuando... - hizo una pausa. - Cuando tenga cita con el doctor.

- De acuerdo. - asentí.

Se quedó observándome unos momentos y supe cuales eran sus intenciones, sin embargo me quedé en mi lugar, sin realizar ningún tipo de movimiento.

- Bien. - murmuró. Se acercó y besó mi mejilla, dejando su frente apoyada en ella durante unos segundos, los suficientes como para ponerme nervioso.

¿Por qué siento tanta culpa de no corresponder sus sentimientos?

- Adiós. - susurró y abrió la puerta.

- Adiós, Kikyo. - respondí, esquivando su mirada.

Maldición, tengo que encontrar la manera de abandonar este sentimiento negativo o de lo contrario será muy difícil que pueda llevar una vida normal como "familia".

Pensaba mientras retomaba el camino hacia las oficinas. Alrededor de veinte minutos después, descendí e ingresé. Saludé a los demás empleados y fijé mis ojos en la oficina final, en donde mi hermano me estaba esperando.

- Aquí estoy. - pronuncié al entrar. - ¿Qué sucede?

Sesshomaru, quien estaba sentado en el escritorio, tomó un pedazo de papel y lo lanzó en mi dirección. Arqueé mis cejas, lo tomé y me sorprendí con aquellas palabras.

Hijos, estoy bien. Vigilen de cerca ese proyecto.

- ¿No crees que es muy anticuado el mandar una carta? Si es que a esto se le puede llamar carta.

- Es la forma de no dejar rastros. - se puso de pie y me quitó el papel, disolviéndolo en su mano.

- ¿Quién la trajo?

- Myoga.

Bueno, supongo que debo permanecer tranquilo entonces.

- ¿Qué piensas? - me senté frente a su escritorio.

- ¿A que te refieres? - nuestras miradas se encontraron.

- Hay demasiadas cosas extrañas en torno a todo. - suspiré. - Si hubieras estado en la fiesta, lo comprenderías.

- Habla. - respondió tajante, como siempre.

Procedí a relatarle todo lo sucedido en aquel evento, desde mi encuentro con Kahori, hasta la tensa charla que mantuve con Magatsuhi, no sin antes informarle sobre lo que Miroku me había revelado.

- Este proyecto fue una trampa desde el inicio. - hice una pausa. - ¿Crees que nuestro padre ya sabía?

- ¿Qué es lo que te hace dudar?

- ¿Qué?

- Es demasiado obvio que él ya estaba enterado de esto... - rodeó al escritorio y se sentó. - O al menos tenía sospechas.

Un pequeño silencio se instaló entre nosotros mientras mi mente procesaba todo lo sucedido pero con una especia de presión menos, ya que él se encontraba bien.

- Entonces, ¿Cuál es el siguiente paso?

- ¿Acaso no leíste la nota? - fruncí el entrecejo ante su respuesta. - Debemos continuar, mañana iremos a las oficinas de esas mujeres y fingiremos que todo está normal.

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