VIII. La Peor Mala Suerte del Mundo

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Asher

Yo quiero a mis amigos, de verdad, siempre están para mí, me ayudan cuando lo necesito, ellos son simplemente los mejores... Claro, cuando no me están jodiendo, como ahora, ahora lo único que me gustaría es tener una motosierra y a lo Leatherface cortarlos por la mitad, sí, eso sería espectacular.

—De verdad, la traición hermano —soltó Thomas molestándome porque no le había dicho que fui a la casa de Russell.

—¡En serio! No fue para tanto, si no pasó nada. Si hubiera pasado, eso sería otra historia —dije pensando en todas las cosas que hubieran podido pasar, claro que ninguna de ellas las hubiera disfrutado.

—Aún así, me siento, ¿traicionado? ¿Estafado? —dijo Thomas tratando de buscar la palabra perfecta para definir como se sentía en ese momento.

—¡Embuscado! —tiró Dylan tratando de ayudar a Thomas.

—Gracias Dy, ¿ves Ash? De eso se trata ser un amigo, no como lo que sos vos —volvió a molestarme.

—Si me dejas de molestar te doy un chocolate —le propuse.

—Dy —dijo Thomas hablándole a Dylan.

—¿Sí Tho?

—Ya no estamos enojados.

—Okay Tho.

«Es un hechizo simplemente pero inquebrantable» dije y sonreí de forma maligna.


***

Era recreo, y como si no hubiera podido ser de otra forma, tuve casi que correr al baño, en serio creo que o tengo problemas intestinales o algo, porque no puede ser que me den ganas de ir y ya a los dos segundos no pueda aguantar más.

«Vamos que me cago, vamos Ash, vos podes. ¡No! Todas las puertas están cerradas» pensé casi apunto de presenciar mi muerte.

Antes de empezar a llorar, oí al final del baño una puerta abriéndose, así que corrí lo más rápido que pude, saqué a la persona que estaba ahí, ni siquiera me fijé en quién era, cerré rápido la puerta, me bajé los pantalones y empecé a hablar con Dios.

—Ay, gracias Dios —solté junto a un suspiro.

Cuando terminé de hacer mis necesidades, me fijé que no había papel, pero lo que si había era una billetera, la levanté para ver de quién era, y no... No puedo tener más mala suerte porque no tengo más tiempo para tenerla. «No sé si es que el destino me odia, la vida la tiene en contra mía, Dios hizo una apuesta con el diablo y jugaron con mi alma y Dios perdió. No sé, lo único que tengo claro, es que tengo la peor mala suerte del mundo».

—Uy, pero si tiene 20 dólares, igual y no estoy tan mal como creía —bromee... a medias.


***

Hay veces que yo me pregunto, ¿por qué tengo que ser tan buena persona? ¿Por qué? No, pero en serio lo digo, ¿por qué? ¿Por qué? ¡¿Por qué alguien abriría la puerta cuando solo tiene puesto una puta toalla que ni siquiera le cubre lo que le tiene que cubrir?!

—Em... —solté aún procesando la situación que estoy viviendo.

Cómo la buenísima persona que soy, y a la cual le tienen que dar un premio Nobel de la paz, porque no mato a este guris de milagro. Fui a la casa de Russell, para llevarle su billetera, y como si no tuviera cerebro, como si algo le fallara en esa cabeza hueca que tiene, va Russell expresando su máxima inteligencia y abre la puerta... Sí, la abre, usando una pequeña, no, diminuta, casi inexistente toalla que cubría sus partes.

«Jamás olvidaré este día, por desgracia» reflexioné.

—¿Qué querés? —preguntó un poco molesto.

—Esto, esto es tuyo —. Le di su billetera.

—¿Ah? ¡Ah! ¡Vos sos el loco que me sacó del baño! —me señaló.

—Sí, bueno, ¿qué querés? Me estaba cagado.

—Thompson tienes serios problema, en serio te lo digo —me reprochó.

—Callaté, agradece que te la traje, pude dejarla ahí y que cualquiera te la choreara —le señalé.

—Sí, bueno, gracias —. Miró al suelo y agradeció, ¿sus cachetes se pusieron rojos?

—De nada.

Al final me volví a mi casa, estuvo mal este día, pero tampoco tan mal, quién diría que Russell me alegraría un poco el día de mierda que tuve.

—Familia, ¿adivinen quién se encontró 20 dólares?

Repudiable (Gay/+18) [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora