-ᗴ᙭Tᖇᗩ II.

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✿꧁Lɪʙᴇʀᴛᴀᴅ ᴅᴇ ᴀᴍᴀʀᴛᴇ꧂✿

Papá era la persona más importante que tenía en mi vida, aparte de Kenma.

Cuando murió, comencé a odiar todo y a todos.

Tal vez no fue la mejor manera de reaccionar; mucha gente me lo había dicho, pero ¿qué sabían ellos del dolor de perder a un padre?

Llegué a desquitarme con Kenma, quien claramente no tenía la culpa de nada. A pesar de todo, él era el único que entendía cómo me sentía y nunca me juzgó por la manera en la que comencé a actuar.

Me cerré mucho en mí misma; la comida otra vez estaba comenzando a darme asco. Desde pequeña tenía esa enemistad con la comida la mayor parte del tiempo.

Un día estaba bien, y al siguiente no comía durante una semana entera.

Y todo eso empeoró cuando él nos dejó.

—Mis niños, saben que probablemente no me quede mucho tiempo—. Yo estaba entrando en crisis de pánico al escuchar aquellas terribles palabras.

Kenma, quien estaba sentado a mi lado, tomó mi mano y, aunque no me estaba mirando, sabía que se le habían cristalizado los ojos, al igual que a mí.

Su mano temblaba sobre la mía. Su mano y todo su cuerpo, en realidad.

Papá ya estaba internado en el hospital desde hacía un par de semanas. La enfermedad había avanzado más rápido de lo previsto, así que tuvieron que hospitalizarlo lo más pronto posible.

Con Kenma comenzamos a faltar mucho a la escuela y a los entrenamientos para quedarnos con él el mayor tiempo posible. Claro que sabíamos que no teníamos mucho tiempo más con él.

Me negaba a aceptarlo; papá lo sabía, por eso muchas veces hizo que las enfermeras no nos dejaran entrar a su habitación.

"Amar es dejar ir"... Para mí, eso no aplicaba. Para mí, amar significaba hacer lo posible para que se quedara con nosotros.

Kenma y yo no podríamos solos en casa mucho tiempo. No podríamos encargarnos de la limpieza, la escuela, los entrenamientos... Probablemente yo tendría que comenzar a trabajar.

Solo teníamos quince años, ¿qué se supone que harían unos niños de quince años, solos?

Kenma, al no ser capaz de responder nada, cada vez apretaba más mi mano y el temblor de su cuerpo se intensificaba.

En ese momento ya no lo soporté más e infinitas lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas.

—Papi... —susurré entre sollozos—. Yo sé que si lo seguimos intentando... tú lograrás quedarte con nosotros.

Papá estiró su mano como pudo y la puso sobre las nuestras. Él también temblaba.

—Yo confío en que podrán seguir adelante —nos regaló una pequeña sonrisa—. Si su madre vuelve a casa después de esto, no le guarden rencor. Ella será lo único que tendrán.

Bueno, como podrán imaginarse, eso jamás pasó.

Solo nos tuvimos el uno al otro, aunque, realmente, las primeras semanas la pasamos cada uno por su lado. Necesitábamos tiempo para asimilar todo.

A pesar de todo, yo seguía cocinándole a Kenma. Le hacía sus comidas favoritas y se las llevaba a su cuarto.

Cuando él mejoró, siempre se sentaba fuera de mi habitación para intentar hacerme algo de compañía. A pesar de que nunca decía nada y ni siquiera tocaba la puerta, lo sabía.

Lɪʙᴇʀᴛᴀᴅ ᴅᴇ ᴀᴍᴀʀᴛᴇ || Sᴜɢᴀᴡᴀʀᴀ Kᴏ̄sʜɪDonde viven las historias. Descúbrelo ahora