CAPITULO 8

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Flashback

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Nueve años atrás...

El Omega rubio salió de aquel cuartucho dónde le habían arrebatado todo, había pasado dos días ahí, una de sus vecinas tuvo buen corazón para dejarle algo de comida, pero Jimin simplemente no apetecía nada, y comía muy poco.

Su semblante triste conmovía demasiado a la mujer que preocupada le insistía al joven Omega para que no se fuera.

-¿A dónde irás Jimin? Deberías quedarte aquí. Yo puedo ayudarte en lo que consigues un empleo.

El Omega dió un último trago al vaso con agua, negó con su cabeza, y trató de sonreír a la amable mujer.

-No puedo seguir aquí, señora Kang, este lugar me asfixia. -dijo limpiando una lágrima que corría por su mejilla.

-No deberías llorar por ese Alfa, es un desalmado que no merece nada de ti.

-No lloro por él. Lloro por mi bebé. Algún día Doyun pagará lo que me hizo, por mi se puede ir al infierno. Pero no puedo seguir aquí, porque aquí es donde ese bastardo mató a mi hijo, a mi lobo, y a mí. Odio este lugar tanto como a él.

-¿Entonces te irás? -el rubio asintió. -¿Pero a dónde? ¿Con quién?

-Adonde sea. Cualquier lugar es mejor que estar aquí, incluso dormir en la calle es mejor.

La mujer ya no quiso insistir, el chico quería irse, y tenía razones para hacerlo, ella solo esperaba que un alma buena se compadeciera de él.

Jimin tomó lo poco que tenía de ropa y un viejo abrigo, se despidió de la mujer que le ayudó en momentos tan difíciles y se marchó de ese lugar para siempre.

Durante varios días anduvo buscando un empleo, pero no tenía suerte.

La señora Kang, le insistió en que le aceptara un dinero que ella había ahorrado, no era mucho en realidad, apenas y si le alcanzó para comer unos días, ya no tenía un centavo, y tampoco quería dormir en los refugios ya que constantemente era acosado, prefería dormir en algún parque, o a veces se las ingeniaba para dormir en las estaciones del metro.

Entraba a los baños públicos a hacer sus necesidades y lavarse un poco el rostro, pero no era suficiente, comenzó a tener un aspecto bastante descuidado. Comenzó a pedir limosna para poder ahorrar y comprar los supresores, que no eran nada económicos. Temía entrar en celo, no quería sentir esos terribles síntomas de calor y necesidad de tener a un Alfa a su lado, así que prefería dejar de comer y ahorrar lo suficiente para poder comprarlos.

LET ME LOVE YOUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora