Donde un Alfa no se dará por vencido, para demostrarle a ese Omega que el amor, si existe.
Y que a pesar de que la vida se muestra difícil y dura, el amor siempre prevalece.
¿Podrá Jung Hoseok lograr su cometido?
¿Podrá Park Jimin confiar de nuevo...
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💞
La noche de ese sábado había llegado, las diez de la noche para ser exactos.
El Omega rubio estaba listo para salir a la pista, solo esperaba que el desfile de Omegas y Alfas terminara.
Esperaba paciente en su habitación, pero se sentía un poco nervioso, raro en él. Más bien se sentía así porque no sabía si aquel Alfa iría de nuevo.
"Tal vez ya llegó " "tal vez no vendrá " "¿Y que me importa si no llega?"...pensaba el rubio mientras sentía su corazón latir desesperado.
Se sentó en el pequeño sofá, se recargó y cerró sus ojos tratando de relajarse.
De pronto una pequeña vocecita lo asustó.
*Debiste detenerlo*
Abrió sus ojos sorprendido, hacía muchísimo tiempo que no lo escuchaba, desde aquella vez que el médico le dió la peor noticia de su vida.
-¿Qué? -preguntó en un susurro. -¿Eres tu?
Cuando supo que no podría tener más hijos, el lobo del rubio se deprimió tanto que jamás volvió a hablar. Por más que Jimin lo llamara no volvió a sentirlo.
Flashback
Cuando salió del hospital después de aquel día tan atroz donde le dieron la noticia que nunca más volvería a engendrar bebés, el rubio llegó a donde vivía con ese maldito que le arrebató a su cachorro.
Abrió la puerta con furia esperando encontrar a ese maldito Alfa, quería matarlo pero el muy cobarde nunca volvió, el Omega lo esperó por varios días con la única intención de golpearlo con sus propias manos.
El rubio se sentía vacío, y tan solo, su única compañía era su lobo.
-Tenemos que salir de este infierno, lo vamos a lograr ya lo veras-murmuró el rubio, esperando una respuesta de su lobo. Respuesta que nunca llegó. -Por favor responde...te necesito...-decía mientras lloraba.
Pero lo último que escuchó del pobre animalito fueron sus lastimeros aullidos y de pronto un silencio doloroso.
Jimin pasó varios días en ese departamento, sin comer, no tenía dinero, no tenía nada, ya ni siquiera tenía a su lobo.
Y su delicado aroma a jazmines también había desaparecido.
