CAPITULO 11

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El camino para Jimin, manejando ese precioso auto de lujo fue por demás agradable y placentero, con musica de su agrado tamborileaba el volante a ritmo de la canción que sonaba en ese momento.

En momentos sacaba la mano al aire disfrutando del viento fresco que sentía y volvía a retomar el ritmo de la música.

Llegó a un centro comercial y visitó algunos locales de ropa para niño, hizo algunas compras y después visitó otro local de ropa para dama, así mismo compró algunos juguetes, como un tren eléctrico y algunos peluches.

Acto seguido salió del centro comercial para retomar su camino, y antes de llegar a su destino compró pollo frito y refrescos.

Casi dos horas más tarde tocaba el timbre de casa de su amiga Diana.

La chica al encontrar al rubio frente a su puerta dibujó una sonrisa que iluminó su rostro.

Así mismo Jimin sonrió de tal manera que sus ojos se volvieron dos tiernas líneas.

-¡Jimin! -exclamó la joven abrazando al rubio que traía cargando las bolsas de sus compras.

-¡Hola Diana! ¿Me ayudas? -la chica asintió ayudando al Omega con las bolsas del pollo frito.

-Pasa Jimin. -dejando las bolsas de la comida sobre la mesa volvió a abrazar al rubio. -¡Hace mucho que no nos visitas! Te hemos extrañado tanto.

-Y yo a ustedes, Diana. ¿Dónde está el pequeño Selyum?

-En su habitación ahora mismo lo llamo.

El rubio se sentó en el pequeño sofá mientras que su amiga traía a su ahijado.

Jimin miraba a su alrededor, era una casa pequeña pero bastante confortable, en esa casa se respiraba paz y alegría.

Se sentía agusto cada vez que los visitaba, pero en realidad hacia dos semanas que no lo hacía.

-¡Padrino! -la voz del niño de nueve años sacó al rubio de sus pensamientos.

-¡Selyum, pequeño!...bueno de pequeño ya no tienes nada, ¡mira como has crecido! -exclamó el rubio dando un besito en la coronilla del niño.

-Mamá dice que estoy muy fuerte.

-Y tu mamá tiene toda la razón. -respondió el rubio mirando a su amiga, la notó algo extraña desde que habia llegado. Palida tal vez. -mira les traje algunos regalos. ¿Por qué no me ayudas a sacarlos de las bolsas?

El niño asintió, mientras Jimin mira de nuevo a su amiga, que no les prestaba atención, más bien ella se sentó en una de las sillas del comedor, llevando una de sus manos a su frente.

Jimin se acercó a ella tomando asiento en otra silla.

-¿Qué pasa Diana? ¿Te sientes bien?

-Si, claro que sí.

LET ME LOVE YOUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora