Capítulo 2

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—California, ¿Qué te ocurre? —me pregunta mi mejor amiga, que está detrás de la isla de la cocina

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—California, ¿Qué te ocurre? —me pregunta mi mejor amiga, que está detrás de la isla de la cocina. Ella ha estado leyendo una revista todo este tiempo, pero mi repentino estado le ha llamado la atención.

—¿De qué hablas? —pregunto, metiendo mis galletas en el horno—. Estoy bien, hace una semana salí de la clínica y no he tenido ningún síntoma.

—No me refiero a eso.

Cambio de posición para verla. Essie tiene su cabello negro recogido en una coleta, lleva una blusa verde que combina con su piel morena y sus ojos. Su rostro me muestra lo preocupada que está; aun no entiendo sus razones, pero estoy segura de que empezará a decírmelas en cualquier momento.

—¿Por qué dices que no estoy bien? Yo me siento bien.

—Estás haciendo galletas —recalca, señalando el horno—. Solo preparas recetas cuando algo te preocupa.

—No es cierto.

—Claro que sí, te conozco, además, soy tu mejor amiga. Puedes decirme qué te ocurre.

—Siendo sincera, no lo sé muy bien —admito, mientras sostengo mi cuchara llena de masa—. Creo que es por Austin.

Aunque quiero decirle que todo está bien y que mi mente está en paz, es mentira. Me siento atrapada en un crucigrama sin salida, por lo que hacer recetas es lo único que me mantiene distraída. De esa manera, solo pienso en no dejar quemar nada, y no en mi situación con Austin.

—¿Ocurre algo con él? —pregunta.

Estoy a punto de contestarle, no obstante, mi hermano aparece en la cocina, interrumpiendo la conversación.

—Aparte de que está con ella, Austin de seguro está mal de la cabeza —comenta mi hermano con una voz burlona, mientras se adentra a la cocina y la observa con detalle—. Por cierto, ¿Cuánto tiempo más demorarán en esto? Necesito prepararme mi batido de proteína, iré al gimnasio más tarde.

—¡Cállate! Es conversación de chicas —le digo, amenazándolo con la cuchara.

—Solo están hablando de Austin, no es nada nuevo —voltea los ojos—. ¿Creen que en media hora terminen todo?

—Le estaba contando a mi amiga —digo, recalcando las palabras, para que no se meta en la conversación—,que llevo varios días sin verlo.

—¿No ha venido a visitarte? —pregunta mi hermano, más interesado. Niego con la cabeza—. Eso suena mal —dice bajando la voz—. De seguro está con otra. Por cierto, necesito la cocina en media hora y que todo esté limpio.

—Largo de aquí —le dice mi amiga, arrojándole la revista—. No ayudas.

—¿Quieres que le mienta? —le pregunta mi hermano, señalándome.

—¡Largo!

—Bien, bien —dice él, levantando las manos en forma de rendición—. Pero todavía hay algo que no entiendo.

Solo si me recuerdas mañanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora