California
Dos meses después.
Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que mi memoria estuvo viva, tanto tiempo que me cuesta contarlos con los dedos, pero si de algo estoy segura, es de que no me duele dejarlos atrás, principalmente porque si no sé la realidad, no me duele, y dolor es todo lo que he evitado en mi vida. Camino entre los pasillos de la universidad, mis clases han terminado, y curiosamente mis profesores se han conmovido por mi situación y me han dado un plazo para entregar mis trabajos; de verdad que soy muy afortunada. Hoy es un día lluvioso, de esos que provoca estar bajo las sábanas mirando una maratón de las películas de Crepúsculo. Me detengo antes de seguir caminando hacia la salida, las gotas son muy fuertes y sé que llegaré mojada a la casa.
—¿Quieres que te lleve? —me pregunta Austin girando sus llaves alrededor de sus dedos.
—Sí —le digo suspirando, no podría negarme, la lluvia no planea cesar y no puedo quedarme mucho más tiempo esperando, tengo muchos trabajos atrasados que entregar.
Ya llevaba varias semanas sin verlo, la última vez fue en la sala de ensayos, en donde los chicos decidieron añadir la canción de Austin, al parecer a los demás miembros les gusta, por lo que no fue necesario acudir a sus oyentes. Camino al lado del chico, quien me guía en dirección a su auto, es de color gris, un Mazda muy reconocido en la isla. No son muchos los autos que llegan acá, es muy difícil transportarlos por el puerto, así que los autos lujosos no son muy comunes acá, a menos que sean familias adineradas. Entro al auto, el olor al perfume de Austin me invade, es ese mismo perfume que sentí, meses atrás.
—Nunca había estado aquí —le digo observando su auto, tiene muchas cosas a su alrededor; al mirarlo me doy cuenta del error que he cometido, en definitiva, sí he estado acá, pero como siempre. No puedo recordarlo.
—Te presento a mi auto —me dice como si no le importaran mis palabras —Lo tengo desde hace unos años, cuando mis padres llegaron a la isla.
—¿No eres de acá? —cuestiono asombrada.
—No.
Asiento con la cabeza, hay muchas cosas que no sé de Austin, puesto que aún no me he dado la oportunidad de conocerlo, aunque siento que no debería hacerlo, por respeto a mi no-relación con Ocean; es irónico porque en realidad, es todo lo contrario, no debería conocer a Ocean, por respeto a mi no-novio Austin.
Y yo que creía que sacar porcentajes era difícil.
El auto es muy cómodo y casi familiar, creo que podría decir que muy en mi interior sí siento que he estado mucho tiempo acá. Me concentro en unas letras pegadas en el asiento, en una liga de cabello colocada en la palanca de cambios y un cojín color rosado ubicado en el piso del auto.
—¿Son míos? —cuestiono señalándolos. Las letras del cojín son dos iniciales, "A&C" y tiene forma de corazón.
—Sí —me dice empezando a conducir, la lluvia resuena en el techo del coche, así que Austin activa el limpiaparabrisas —He olvidado quitarlas.
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Solo si me recuerdas mañana
RomansaCalifornia siempre creyó tener su vida perfectamente planificada, pero una tragedia inesperada lo cambia todo. Tras un accidente en el océano su memoria desaparece, llevándose consigo todos los recuerdos que tenía de su novio, sin embargo, mientras...