Capítulo 23

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California

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California

—Solo es una fiesta, California —me dice Essie, adentrándose en la casa de uno de nuestros viejos amigos del colegio. —La pasarás muy bien y te ayudará a distraerte.

No entiendo por qué si han pasado cuatro años desde la graduación, ella sigue hablando con todos, aunque, de cierta manera, puedo entenderlo; es una isla. No hay muchas personas para conocer y es muy normal encontrarse con todos en un supermercado o incluso en un banco.

—No debería estar haciendo esto, no recuerdo nada de los últimos años. ¿Qué pasará si alguien intenta hablarme? —digo temerosa.

La casa luce igual que la última vez que la vi, y eso fue hace seis años, cuando al dueño y a mí nos asignaron un proyecto juntos. Recuerdo haber venido con mucho entusiasmo; Jason era un chico muy atractivo en ese entonces, y no podía negar mi emoción.

La vida ha cambiado tanto que esa emoción ha sido reemplazada por un nerviosismo.

—No te preocupes. Yo te diré todo lo que necesitas saber —me dice, tranquilizándome. —Un año después de la graduación, volvimos a salir con todas estas personas, fue en una fiesta al inicio de universidad... Creo que te embriagaste ese día. Luego no volviste a ir a más fiestas.

—¿Por qué?

—No lo sé, te rehusaste a ir —se encoge de hombros—. De igual manera, no tienes que preocuparte, todos saben lo que te ocurrió y no te harán sentir mal.

Asiento con la cabeza. El interior de la casa huele a alcohol, mezclado con humo de cigarrillo. Hay muchas personas bailando; puedo reconocer a algunos, pero la mayoría son desconocidos. Varias miradas se posan en mí, supongo que eso se debe a todo lo que han oído sobre la chica que se ahogó y volvió a la vida. 

Siento que ha sido una mala idea haber venido.

—Ven, acerquémonos al patio —dice Essie.

Caminamos juntas hacia la parte de atrás, no hay mucha luz, y avanzo con cuidado para evitar tropezar con algo o alguien. Nos acercamos a una de las mesas del fondo, y mi amiga toma un vaso para llenarlo con una bebida de color rojo intenso. Agradezco estar en tratamiento médico, porque de lo contrario, seguro me convencería de beber, y eso es lo último que quiero. No me siento cómoda en esta situación; hay demasiadas personas que no conozco, y los que recuerdo me miran de manera curiosa, además, me resulta complicado saber cómo comportarme cuando no puedo recordar lo último que compartí con ellos.

—California Brisbane —me dice Jason, acercándose a mí—.  Espera... ¿Sí me recuerdas?

Lo observo antes de contestarle. Conozco a Jason desde primaria, solíamos ser amigos, pero cuando empezó la época de secundaria, nos alejamos y no volvimos a cruzar palabras. Así que podría decirse que somos más desconocidos... ¿Por qué de repente se acerca a saludarme?

Solo si me recuerdas mañanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora