Capítulo 39

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California

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California

Estamos en el nuevo apartamento de Ocean. Él había planeado mudarse desde hace mucho tiempo, y finalmente hoy lo ha logrado porque Oliver ha accedido a vivir con él. Parece ser un sueño que tenían desde pequeños. El lugar es amplio y luminoso, con pocas paredes divisorias. Hay dos grandes ventanas que inundan el espacio con luz natural, las paredes son blancas y todo parece recién comprado. No hay muchos muebles porque no han tenido tiempo de comprarlos, así que por ahora solo cuentan con algunas sillas y sus pertenencias, sin embargo, eso no parece molestarles en absoluto. Ambos están felices de lograr esto juntos.

—Es muy espacioso —le digo, entrando con la última caja en mis manos. La dejo sobre el mesón de la cocina y me dirijo hacia las ventanas—. Tendrán que comprar cortinas urgentemente.

La vista es muy hermosa, se puede ver toda la isla. Estamos en el decimoquinto piso, por lo que también se visualiza parte del océano. Este es un lugar soñado para mí. Ocean me ha dicho que siempre ha querido independizarse, sin embargo, no quería hacerlo solo y, con todo lo que ha ocurrido con Oliver, no dudó en proponerle que lo acompañara.

—Lo sé —me dice Ocean—. Estos apartamentos los acaban de construir hace unas semanas, nadie ha vivido aquí antes. Se siente un ambiente de tranquilidad.

—Sí, puedo sentir esa paz —le digo, mientras recorro todo el apartamento. Al abrir la primera puerta, me encuentro con una pequeña oficina vacía. Aunque no tiene nada dentro, tengo la sensación de que será su cuarto de música.

—¿Dónde dejo estas cajas? —pregunta Austin entrando—. Están demasiado pesadas. ¿Qué traes aquí?

—Puedes dejarlas en el suelo —le dice Oliver—. Son mis medicamentos.

Austin las ubica y se detiene a observar el lugar, está igual de sorprendido que todos. Camina con confianza hacia la ventana y admira la vista de la misma manera en que lo hice yo antes. Todos compartimos la misma ilusión.

El apartamento lo ha escogido Ocean desde meses atrás, pero para darle protagonismo a su amigo, ha dejado que él decida cómo decorarlo.

—Esto es hermoso. ¡Qué vista tan maravillosa! —dice Austin sin retirarse de la ventana—. Presiento que tendremos muchas fiestas aquí.

—Debemos traer la botella de champán —le digo, abriendo la caja que he sostenido antes. Saco la bebida y busco algunas copas para servir.

—Creo que ya ha sido suficiente alcohol para ti —me dice Essie acercándose—. Solo brindaremos Ocean, River, Austin y yo.

—¿Y yo qué? —se queja Oliver desde la cocina.

—Tú nos verás, al igual que California.

Essie encuentra las copas y le tiende una a cada persona. Agita la botella de champán y el corcho sale volando hacia la otra esquina de la habitación. Empieza a servir, excepto a Oliver y a mí. Los dos nos miramos intentando decirnos que es injusto. Ella, al ver nuestra expresión, saca otras dos copas, pero las llena de agua.

Solo si me recuerdas mañanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora