Capítulo 13

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California

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California

Desde niña, he descubierto que le tengo miedo a la oscuridad; no puedo dormir sin una lámpara, de lo contrario, tendría pesadillas todo el tiempo. Sin embargo, hoy es diferente. Hoy la oscuridad no me hace daño, y presiento que eso se debe a una razón, una gran razón llamada Ocean. Anoche, intenté con todas mis fuerzas llamarlo, pero fue en vano; él duerme profundamente, así que no tuve más remedio que dejarlo descansar y acostarme en la alfombra. Sin embargo, a medianoche, la incomodidad me invadió y recurrí a dormir a su lado, dejando un espacio para su privacidad.

Miro mi alarma; he dormido siete horas, lo que significa que él lleva diez. Los rayos de sol empiezan a asomarse por la ventana, pero no son lo suficientemente fuertes para despertarlo. Giro mi rostro y lo observo: sus largas pestañas ocultando el color de sus ojos, su nariz respingada y sus labios rosados contrastando con su piel pálida. ¿Cómo algo tan hermoso puede causar tanto daño? Y cuando me refiero a daño, pienso en la manera en que me aleja. ¿Acaso hice algo para alejarlo? De todos mis recuerdos, lo único que quisiera devolver serían todos los momentos que he tenido con él. Cierro los ojos de nuevo, intentando volver a dormir, pero un sonido proveniente de la puerta me hace abrirlos.

—¿Pero qué es esto? —dice Lony, abriendo la puerta de par en par—. ¡California! ¿Qué se supone que hace un chico en tu habitación? ¿Y él...? ¿Qué haces en la cama con tu doctor?

—No, no, no. Puedo explicarlo.

Empiezo a negar con la cabeza, y el ruido provoca que Ocean despierte, abriendo los ojos con una expresión de miedo. Mira alrededor, confundido por la situación. Cubro mi cara con las manos, avergonzada de no haber anticipado esto. Ocean se incorpora en la cama y dirige su mirada asombrada hacia Lony, sin saber qué decir.

—Sabes que hay reglas en esta casa que deben cumplirse. ¿Cómo te atreviste a traer a este chico a tu habitación? Eso no está permitido.

—No es lo que piensas —respondo—. Simplemente estábamos durmiendo.

No sé qué más decir, y espero que Ocean, con su habitual calma, pueda encontrar las palabras adecuadas para explicarle la situación. Mientras tanto, me enfrento a la mirada severa de Lony.

—Señora Lony, en verdad lo lamento, todo esto ha sido culpa mía, he tenido varios turnos seguidos y no he tenido tiempo de dormir, y hoy, bueno —dice, observando la ventana—. Ayer... Era el cumpleaños de California, he venido a visitarla y no he podido volver porque es muy peligroso.

—¿Peligroso? —pregunta, claramente confundida por lo que está sucediendo.

—Llevaba más de un día sin dormir, y no estaba en condiciones de conducir. Debí regresar tan pronto como terminara la fiesta, pero el cansancio me ganó —explica, apenas consciente.

—Lony, por favor, escúchame, te explicaré todo con detalles, pero por favor, no hagas una escena.

—Silencio, California... Puedo entender tu situación, doctor Ocean —dice, enfatizando la profesión—. ¿Pero qué hace California durmiendo contigo?

Solo si me recuerdas mañanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora