26
La Doctora Harrison
Me sudaban las manos y, cuando estaba nerviosa, no sabía ni cómo estar de pie.
Y es que no me lo creía; simplemente... no podía ser cierto. Un día tienes un sueño, lloras en el proceso, te frustras, lo ves como una especie de laberinto sin ninguna pista. Arbustos y arbustos que no te dejan ver el camino y crees que no vale la pena. Pero al otro día te das cuenta de que derribaste todos los obstáculos y llegaste a la meta, y no te lo puedes creer; porque nunca sueles lograr grandes cosas. Pero ahí está, lo hice, lo logré, yo.
Y entonces lo dijeron:
—Doctora Kim Harrison Méndez.
Y se multiplicaron los aplausos al aire libre. Mi familia, Nico, Samantha, Kant y el pequeño —ya no tan pequeño—, Tom, se pusieron de pie. Sonaba una música emotiva a la vez que caían hojas doradas de los árboles. El otoño estaba ahí nuevamente, adueñándose con las matices anaranjadas del paisaje. La brisa helada amenazaba con quitarme el sombrero de graduación, pero lo sujeté y le di un apretón de manos al decano. Me estrechó el diploma: envuelto y con una cinta. Hice una reverencia y luego bajé del escenario para sentarme con mis compañeros. Nico no dejaba de tomarme fotos, y a papá ya se le estaban acabando los pañuelos de tanto llorar.
La ceremonia duró alrededor de 2 horas. Tan pronto me entregaron la fotografía de graduación, la pegué en el álbum dedicado a mamá y puse en la descripción: «hoy, en una mañana otoñal, fui doctora, mamá. Lo logramos. Te amo. Besos al cielo.»
Los días transcurrieron de una manera agitada. Dejé currículums en varias partes y rogaba que no me llamaran de ningún lado. Raro, lo sé, pero se volvió realidad; no me llamaban ni para estafarme.
Kass me ayudaba a buscar ofertas de trabajo en el diario, pero pedían experiencia laboral. Y claro, yo tenía experiencia en cagarla, nada más.
—Ay, ya me aburrí, tienes un novio millonario y andas buscando trabajo —regañó mi hermana—. Yo si tuviera una pareja millonaria no estaría buscando ofertas por el diario, ¿eh?
—No. —Papá se asomó al comedor y puso un dedo en la mesa—. Tú tienes que trabajar y tener tu propio dinero. Si te casas con alguien que quiere dártelo todo, genial; pero si no tienes dinero, esa misma persona te puede dejar en la ruina y no tendrás dónde caerte muerta. Así que quiero a las dos ganando su propio dinero para que nadie las manipule, ¿entendido?
—Uy, bueno... —respondió Kass y bajó la mirada.
—¡Está sonando el teléfono! ¡Está sonando el teléfono! —Moví las manos agitadamente y me digné a contestar—. ¿Aló?
Esta vez me llamaron del consultorio que había por aquí cerca. El único doctor que había, se iba a tomar vacaciones (en verdad no llegaba nunca a trabajar), y querían a alguien de reemplazo. Lo acepté, y en un abrir y cerrar de ojos, me vi en mi primer día atendiendo a ancianos y niños con gripe, intentando hacer lo mejor que podía con los escasos insumos disponibles. Unos me pagaban con dinero y los que no tenían, me regalaban verduras y huevitos de la zona.
Pero era la más feliz.
🐐💏🐐
—Mi hija ya es doctora y me va a dar pastillas para quitarme las ganas de comer tortillas —dijo papá desde la cocina americana mientras lavábamos los platos—. ¿Verdad, Kimmie?
—Yo no hago milagros, pues.
—Don Raimundo, con todo respeto, no creo que usted tenga remedio —dijo Samantha y nos echamos a reír a la vez.
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Vientos de Abril 🤎 Completa ✅
RomanceKim nunca pensó que mentir en su currículum la llevaría a una completa travesía con su joven jefe. Nico nunca pensó que darle una oportunidad a Kim la convertiría en el amor de su vida.
