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Velas, lágrimas y orquídeas blancas
Ocurrió todo muy rápido.
Nico se fue echo una bala al hospital y yo me quedé con el corazón en la mano, intentando mantener la calma y así no despertar a Fernanda con mi llanto, sin embargo, sentía que me estaba quedando sin aire. Estaba hiperventilando, yo... me estaba ahogando, no..., no podía respirar...
Le avisé a papá sobre lo que estaba pasando. Llovía a cántaros cuando él y Kass llegaron a mi casa.
—¿Qué ha pasado, Kim? —preguntó papá empapado por la lluvia.
Pero yo no fui capaz de responderle, solo lo abracé con todas mis fuerzas, esperando que fuese una maldita pesadilla.
—P-papá...
—Tranquila, hija, ve al hospital, ¿sí? Tu hermana y yo cuidaremos a la niña.
Me sentí como una niña también, sollozando entrecortadamente por la angustia; y aunque apenas me podía las piernas, me puse mi chaqueta, mis botas de agua y corrí hasta el auto. Me costó poner la llave en el encendido. Me sentía torpe y maldije el temporal, lo maldije porque me hacía recordar cuando tuve a Fernanda y ella me aseguró con su hermosa voz de que todo iba a estar bien, que no tuviera miedo.
Lo peor es que sentía que estaba a mi lado susurrándome esas palabras...
Demoré al menos unos treinta minutos en llegar. Aparqué el auto rápidamente frente al hospital y, tiritando de miedo, corrí hacia urgencias y abrí la puerta de un empujón.
Ahí lo supe.
Ahí lo confirmé.
Nico estaba abrazando a Kant, cuyas lágrimas se escurrían por sus ojos azules.
Fue ahí cuando, con mis ojos vidriosos, me di cuenta de que Nico se volteó hacia mí. Por unos minutos no escuché nada a mi alrededor, solo fui consciente de que me dio una fuerte punzada en el estómago en el momento en el que nos miramos. Sus ojitos estaban tristes, devastados.
Y entonces, no bastaron palabras para que me explicara, solo negó con la cabeza, lentamente, resignadamente.
No...
No podía ser cierto...
Dios mío, con un profundo pesar, avancé hacia él y me eché a llorar en sus brazos.
—Nico, ¡lo lamento mucho!
—Lo sé, Kim, yo... yo también lo lamento.
Me puse en puntillas para abrazarlo con más fuerza. Mis lágrimas caían en su hombro y él me apretaba con más intensidad. Mis manos temblaban y parecía que ni siquiera podía estar de pie. ¡Mi angustia no daba para más! Se suponía que tenía que darle consuelo a Nico, pero... pero yo la quería demasiado...
Desde que mamá murió que me descompensaban esas situaciones. Incluso mi mente estaba desterrando esos recuerdos como dagas.
Odiaba no poder calmarme, y peor aún, odiaba que fuese Nico quien me diera besos en la cabeza y limpiara las lágrimas con el pulgar.
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Vientos de Abril 🤎 Completa ✅
RomanceKim nunca pensó que mentir en su currículum la llevaría a una completa travesía con su joven jefe. Nico nunca pensó que darle una oportunidad a Kim la convertiría en el amor de su vida.
