Vientos de Abril 🤎 Completa ✅

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UN LIBRO LLAMADO VIENTOS DE ABRIL

Y con el 54% de los votos, Richard Meyer se corona como el nuevo Presidente de la República. El mandatario llegó a la conferencia solo con su esposa. Ninguno de sus hijos estuvo para acompañarlo. 

¡El romance está más vivo que nunca! El hijo del medio del nuevo mandatario fue visto en el parque besándose con su novia. Recordemos que, meses atrás, Nicolás estuvo prófugo de la justicia por problemas con la ley, y que su novia fue la que lo encubrió en todo momento. Nicolás Meyer y Kim Harrison tendrán mucho que contarles a sus hijos. 

Nicolás Meyer 

—No puedo creer que tu padre saliera presidente. Es... insólito. 

—Y aunque la gente se enterara de lo sin vergüenza que es, votarían nuevamente por él, créeme —dije al volante. 

—Pues era mejor el otro candidato.

—No te creas, ¿eh? Es amigo de mi padre, solo pelean por la tele y luego salen a tomarse unas copas —Me tomé una pausa—. Básicamente la gente es la que pelea mientras que ellos se ríen. 

—Creo que detesto la política. 

—Pero somos parte de ella, lamentablemente. 

Entre suspiros nos estacionamos fuera del centro comercial. Resulta que quería decorar el apartamento ahora que pasábamos más tiempo juntos. A ambos nos facilitaba la ubicación para ir más rápido a la universidad. La idea de decorar juntos me fascinaba. Aunque éramos polos opuestos: yo era de comprar una cosa buena y cara de una vez y Kim buscaba las ofertas. Ella era muy cuidadosa con el dinero. 

—¿Y si compramos este sacacorchos? —propuse, mostrándoselo. 

—¡Es innecesario! —ella soltó una risita. 

—Nada es innecesario para tener nuestra casita bonita, Kim. 

—¿Nuestra casita? 

—¡Claro! Aunque es temporal. Pronto compraré algo más grande. 

—¿¿Algo más grande aún??

—Grande la tengo. 

—¿Te das cuenta de que te pones ordinario? —Me eché a reír apenas comenzó a regañarme. 

La cosa es que no la solté de la mano y ahora caminábamos por mi pasillo favorito: el de papelería. Me gustaba comprar agendas y un buen bolígrafo de vez en cuando. Compré varios planificadores para no llevar a la quiebra la empresa, pero no funcionó. De seguro eran de mala calidad. 

—Ya, pero fuera de broma —volví a hacer hincapié en el tema—, ¿dónde te gustaría vivir? —La contemplé con interés. Ella miró hacia arriba, pensativa y con una pequeña sonrisa. 

—Creo que el campo no lo cambio por nada, ¿sabes? Me gustaría construir cerca de mi padre. 

Anotado, pero ponemos rejas para que no entre la cabra loca. 

—Además —continuó un poco distraída, como si en su cabeza se estuviese imaginando todo el panorama—, tendría ahí unas plantitas, un huerto, animales...